← volver

Progre-populismo y concesiones

Mario Waissbluth

LOS “PROGRE-POPULISTAS” desataron la cacería de brujas a las concesiones y sus impulsores, los Presidentes Aylwin, Frei y Lagos. Con todo, la Presidenta anunció hace meses un plan para relicitar las concesiones que expiren, creando un Fondo de Infraestructura que permitiría invertir nada menos que US$ 20 o $30 mil millones en líneas de Metro o represas. Pero los “progre-populistas” se oponen y vociferan: ¡Más negociados privados! ¡Queremos carreteras gratuitas! ¡El Estado debe invertir! No aclaran de dónde saldrían los recursos.

En Suecia o Dinamarca, salvo excepciones, no existen peajes. Es una prestación gratuita del Estado -entre muchas otras- hacia satisfechos ciudadanos que pagan una carga tributaria de 46% y 49% del PIB. Capitalismo social democrático, con emprendimientos privados como IKEA, Maersk, Carlsberg. Por contraste, si la reforma tributaria chilena recauda lo previsto, aumentará la tributación de 20% a 23%, y aun así no habrá recursos para financiar las pensiones mínimas, protección de la infancia, ni infraestructura.

Las concesiones son obras financiadas y administradas por privados por 10-20 años, a cambio de lo cual cobran un peaje a sus usuarios, o un arriendo en hospitales. Como el Estado en los ‘90 y 2000 no tenía un peso para construir la Costanera Norte o ampliar la Ruta 68, se hicieron bajo esta fórmula. Agradezcamos. Si no, hoy tendríamos la paralización total de Santiago y el tráfico carretero.

Es inevitable a largo plazo subir más la carga tributaria. Todos los países de ingreso alto lo han hecho. Pero si es brusco, el descalabro macro es total. Además, hoy tenemos un Estado “pitutocrático”, incapaz de administrar con prolijidad el aumento de recursos. Primero se reforma el Estado en serio, y después se le provee de mayores recursos.

En Concesiones hubo y hay errores de aprendizaje. Contratos mal diseñados en muchos aspectos. Incluso raterías menores como las hay en obras no concesionadas. Pero no se conocen licitaciones truchas en las primeras obras concesionadas, a las cuales diversos consorcios se presentaron para competir. Se adjudicaron a los que cobraron menores peajes. Si alguien sabe de una licitación trucha, que denuncie. Pero en el crispado ambiente actual, pedradas al voleo es lo que cuenta.

Hay que corregir los errores, fortalecer la Dirección de Concesiones, y relanzarlas de manera impecable. Esto significará destinar los recursos de activos ya construidos, como palanca financiera para seguir construyendo. Esto, además, generaría recursos frescos para obras imposibles de concesionar, como infraestructura para contener aluviones.

Esto implicará seguir cobrando peajes después que expiren los plazos de las actuales concesiones. Si ya fuéramos Dinamarca no sería necesario, pues habría recursos públicos suficientes. Las ventajas de hacerlo serían: revitalizar la economía, reconstruir confianzas y ampliar infraestructura. Las “ventajas” de no hacerlo: dejar de cobrar peajes; congestionar la Costanera Norte hasta que se convierta en un gigantesco estacionamiento; dejar de construir líneas de Metro y represas… y dejar contentos a los “progre-populistas” por su triunfo pírrico. Populismo no es social democracia ni progresismo ni socialismo. Es demagogia.


Mario Waissbluth
Voces de La Tercera, 9 de abril de 2016