← volver

La selección en los liceos emblemáticos

Mario Waissbluth

Si le gusta ahorrar tiempo leyendo consignas breves, no le recomiendo esta columna de cuatro páginas. El desafío es complejo y sistémico.

Diagnóstico
Nuestro sistema escolar es un tablero de damas: en cada casilla se puede meter un tipo de escuelas. Establecimientos públicos y privados, “emblemáticos”, “bicentenarios”; que seleccionan, que no seleccionan; con y sin fines de lucro; con financiamiento compartido elevado, bajo o nulo; técnicos (generalmente muy damnificados) y científico-humanistas; escuelas de lenguaje que atienden una epidemia de falsas dislexias (excelente negocio, de jugosa subvención); y un 7% de particulares pagados, los clubes sociales de alcurnia. Dejaré estos últimos fuera de la discusión, para no causar un soponcio a los habitantes de las cinco comunas selectas que usted sabe, pero más temprano que tarde tendremos que abordar esta contradicción (incluyendo a mis nietos).

El resultado de nuestras políticas es Sudáfrica educativa: un sistema casi perfectamente segregado, tanto por nivel académico como socioeconómico, medido según indicadores internacionales confiables. Ambos tipos de segmentación van de la mano, pero no son lo mismo. La segregación no es mala, es pésima, por razones escolares, sociales y éticas. La variedad de modelos educativos es buena. La ultra homogeneidad interna de las escuelas es atroz.

La política esencial de cualquier país que promueva la igualdad de oportunidades consiste en dar a todo niño, independiente de su condición intelectual u origen familiar, con o sin discapacidades o problemas sicosociales de cualquier índole, de cualquiera etnia, la posibilidad de llegar hasta el máximo de sus potencialidades. No hay otra política más efectiva para construir el capital humano de una nación, no sólo en un sentido económico, sino de desarrollo social, cultural, o deportivo.

Al concentrar alumnos que tienen el tablero balanceado a su favor en algunas escuelas, por condiciones académicas, sicosociales o culturales, estamos automáticamente dándoles una mayor posibilidad de obtener mejores resultados… y estamos automáticamente dándole a los demás la cuasi garantía de que quedarán en el palo inferior del gallinero de la vida. Esto no es mero darwinismo social, es darwinismo ayudado por políticas públicas. Es el Estado contribuyendo a la desigualdad de oportunidades en honor al dios Libertino Mercado.

Evaluar rigurosamente
A cuatro años de lanzados los Liceos Bicentenario, -los que seleccionan, que no son todos-, es importante que se haga una evaluación rigurosa e independiente del impacto, no sólo en su interior, sino en los otros liceos de sus comunas, aquellos que por descarte tuvieron que recibir a los alumnos menos aventajados. Los resultados preliminares del 2012 en esta materia no fueron promisorios. En algunas comunas sé a ciencia cierta que se han creado guetos de desesperanza y horror. Se adoptó esta política por “tufo ideológico”. No podemos caer de nuevo en los mismos errores.

Por cierto, la reciente y cacareada evaluación de impacto que se hizo del Instituto Nacional es metodológicamente dudosa. Comparar alumnos que sí ingresaron a estudiar al segregado Nacional, con los que no alcanzaron a ingresar y se fueron a liceos que tienen un alumnado no segregado, carece de sentido. De hecho, un estudio de la U. de Chile del 2012 demostró que los resultados de los liceos de excelencia son casi puramente atribuibles a selección.

El “efecto par” está comprobado; es más, es la única razón por la cual se considera inconveniente la selección. De acuerdo a PISA 2009, la diferencia entre liceos particulares pagados (todos seleccionan) y subvencionados (40% selecciona) fue de 50 puntos. Una vez corregido por el nivel sociocultural del alumno que tomó el test… 22 puntos, y una vez corregido por el nivel sociocultural de los compañeros del alumno… 5 puntos. ¿Cuál es entonces el verdadero valor agregado de las escuelas que segregan… aparte de segregar?

La pinza de cinco patas
Las discusiones simplistas procuran establecer, o cuestionar, correlaciones entre lucro, calidad y segregación; o entre financiamiento compartido, calidad y segregación; o entre selección, calidad y segregación. En realidad, la segregación escolar, que es mucho peor que la segregación residencial en este desigual país, es el resultado de una pinza compleja de cinco políticas que se retroalimentan entre sí: 1) la competencia de mercado generada por la vía de las ansiadas subvenciones per capita vouchers; 2) el uso excesivo del Simce y la PSU como indicador del “valor accionario” de cada escuela; 3) el lucro, con incentivos difíciles de controlar, como lo ha entendido la vasta mayoría de países de la OCDE; 4) el financiamiento compartido, con su consecuente selección socioeconómica; 5) la selección y expulsión prematura que se realiza –ilegalmente- en Básica, y legalmente en la mayoría de los establecimientos de Media que tienen demanda mayor a sus cupos.

Esta “pinza de cinco patas” es la que induce las conductas segregadoras de escuelas, sostenedores y apoderados. No son malignos. Están actuando de acuerdo a las reglas del juego de este sistema inédito en el mundo. A las escuelas que pueden hacerlo, les conviene segregar académica y/o socialmente, pues eso mejora de manera expedita sus resultados (Simce y PSU) y así “compiten mejor en el mercado”, mejoran su prestigio, aumentan su demanda por cupos y sus ingresos monetarios. Si cobran financiamiento compartido, les conviene entonces expandirse y “aumentar el precio” dado su mejor “valor accionario”. Sólo mencionarlo causa escalofríos.

A los apoderados que pueden, les conviene segregar lo más posible a sus hijos, pues con ello, independiente de la calidad de los profesores o programas de estudio, tendrán mejores resultados que los demás y quedarán en un palo más alto de este gallinero de darwinismo social, redes de pitutos sociales incluidas. Así, las micro decisiones individuales, comprensibles, nos están generando, colectivamente, un desastre social. Esto ha sido pulcro, pero aterradoramente descrito por el Premio Nobel de Economía Thomas Schelling, en su libro “Micromotives and macrobehavior” (Micromotivos y macroconductas).

Hay que desmantelar gradualmente esta pinza. Hacerlo bruscamente desequilibrará un buque construido en 30 años, con 3.8 millones de alumnos y 200 mil profesores. Hay que hacerlo limando y recortando cada una de las cinco patas de la pinza, en la secuencia y ritmo adecuados, incluyendo además la reconstrucción de la vapuleada educación municipal y la carrera docente (temas para otras columnas).

La peculiar situación de los liceos emblemáticos
Es en este contexto que se ha desatado la polémica. ¿Debe o no permitirse la selección en los “emblemáticos”, aquellos que le dan una oportunidad de recibir una mejor -y segregada – educación a los alumnos más aventajados de las escuelas subvencionadas? Se les da así a unos pocos alumnos una posibilidad de competir con los egresados de liceos particulares pagados y/o de elevado financiamiento compartido, que son los que se llevan la “tajada del león” en la admisión universitaria selectiva. ¿Se van a “hundir los buques insignia de la educación pública”, como claman algunos con cierto dejo de terrorismo?

La respuesta no es simple, y evolucionará en el tiempo, pues dependerá de las políticas de admisión de las universidades, que comenzarán (espero) a seleccionar alumnos tomando crecientemente en cuenta sus ranking comparativos con los compañeros de sus propios liceos. El año pasado, el uso del ranking molestó a algunos directores “emblemáticos”, que llegaron incluso hasta tribunales (y perdieron), pues podría perjudicar su prestigio institucional en cuanto a sus tasas de admisión a las mejores universidades. No los critico, cada uno se rasca con sus uñas en este maléfico sistema.

¿Cuál es la solución en esta coyuntura? El sistema chileno debe avanzar radicalmente hacia la desaparición de la selección en Básica, tapando los resquicios que dejó la LGE, y de manera firme, pero gradual, en la Media, para no alterar bruscamente culturas y procedimientos en liceos que han “descremado” por décadas.

Cabe mencionar que, si bien los liceos públicos de “excelencia”, o “bicentenarios”, o “emblemáticos” son poco usuales en el mundo, sí existen, por ejemplo en países asiáticos, o en algunos estados de USA, como Nueva York, que mantiene tan sólo nueve liceos que seleccionan por criterios académicos (con un examen de ingreso común a todos), pero que también -y tal vez más importante- ofrecen especializaciones artísticas o científicas. Sin embargo, en 2011, un estudio norteamericano encontró que el alto rendimiento de los liceos de excelencia en Boston y Nueva York se debía a la gran selección de alumnos.

En USA también hay sistemas como el de Washington DC, que compatibilizan distintos proyectos educativos públicos y privados, Montessori, Waldorf, etc., con un sistema centralizado de admisión.Para el ciclo escolar que viene (2014-15), las escuelas públicas y las charter tendrán una solicitud común y un sorteo o lotería de cupos común. Sería interesante probar de manera piloto un mecanismo similar en un par de comunas de tamaño intermedio, antes de crear un “Transantiago de la admisión centralizada”. Esto no es “estatismo”, y es perfectamente compatible con la verdadera libertad de elección de los padres, que no es lo mismo que la flagrante libertad de elección de alumnos por parte de las escuelas que hemos tenido hasta ahora.

10 principios para solucionar el dilema
Para ayudarme a reflexionar sobre este dilema, le escribí esta semana a Andrew Hargreaves, del Boston College, uno de los especialistas internacionales más reputados en lograr el tránsito desde sistemas educativos perversos a normales, co-autor del libro “La Cuarta Vía: El Prometedor Futuro del Cambio Educativo”. Sus consejos para avanzar en la dirección correcta son sensatos, y los mezclaré con algunos de mi cosecha. La responsabilidad es mía.

  1. La eliminación, fiscalización y penalización fulminante de la selección en Básica, ya prevista en la LGE, pero sistemáticamente abusada. Tampoco sería aceptable la segregación intraescuela o “tracking”, que significa aulas para niños más y menos aventajados, con lo cual se derrota todo el propósito.

  2. Cualquiera sea la fórmula para no seleccionar en Básica y Media, debe venir acompañada de un mecanismo para limitar la expulsión prematura o injusta. En caso contrario, se generará una epidemia de “expulsionitis”. Hecha la ley, hecha la trampa.

  3. No hay razón para diseñar reglas que privilegien liceos “emblemáticos” que seleccionan (por el mero hecho de que tienen exalumnos con llegada a la prensa) vs. otros liceos particulares o públicos que seleccionan en Temuco o Antofagasta, y que son muchos. Reglas parejas para todos.

  4. Considerar el uso de incentivos financieros a la “no selección” en Media. Educar a un grupo mixto es más desafiante que a un grupo homogéneo de alumnos de buen nivel. Hay que hacer exactamente lo opuesto a lo que se hizo con los Bicentenario, donde hubo más recursos para educar a alumnos más descremados (darwinismo agudizado).

  5. Dar a los municipios o distritos locales la atribución para permitir que algunos (pocos) liceos (públicos o privados) puedan continuar teniendo una cuota de alumnos seleccionados por mérito académico, descendente en el tiempo. Estos liceos no tienen por qué definirse en una ley, sino que hay que dar responsabilidades territoriales dentro de ciertos márgenes. Menos centralismo, por favor.

  6. Los liceos autorizados para tener una cuota de alumnos seleccionados por mérito, deben asumir la obligación de colaborar con liceos circundantes en temas como perfeccionamiento de profesores y otras actividades. Más colaboración, menos competencia, por favor.

  7. Los liceos autorizados para seleccionar académicamente una parte de sus alumnos, al igual que las universidades, deben incluir criterios socioeconómicos en la selección, similares al ranking. El mejor postulante al Instituto Nacional no es necesariamente el que da el mejor examen de admisión (equivalente a una PSU de Básica), sino también el que destacó en sus estudios, por muy vulnerable que haya sido su escuela básica. Más equidad, por favor.

  8. Las decisiones y metodologías sobre selección en liceos públicos y privados no pueden ser autónomas, sino del distrito local.

  9. Avanzar en dirección a “Liceos Magneto” en 3º y 4º Medio, que ofrezcan a los apoderados la opción de escoger establecimientos especializados en arte, ciencias, formación técnica, deporte, historia, etc. Así se hace en Cambridge con las escuelas públicas. Se sortean cupos, pero con preferencias temáticas de los apoderados. Son sorteos estratificados por nivel socioeconómico para asegurar que todas las escuelas reflejen la heterogénea composición social y étnica de esa ciudad. Lea el libro “TheFuture of SchoolIntegration” si no cree. Funcionó a la perfección.

  10. Como quiera que se zanje esta ley en el Congreso, debe contemplar una obligada evaluación anual de impacto de estos cambios, así como una revisión y ajuste a los cuatro años de su aplicación. Soy “gradualista leninista” en casi todas las dimensiones de la reforma educativa. Sin prisa, pero sin pausa.

Espero haber contribuido a dejar claro que la poda gradual de la selección, el lucro, el financiamiento compartido, y la excesiva “simcificación” del sistema son elementos imprescindibles para disminuir la competencia extrema del mercado escolar, mejorar la equidad, disminuir la segregación y, por ende, indirectamente, mejorar la calidad promedio del sistema, que se ve lastrada por las escasas esperanzas de los niños que están en guetos socioculturales de pobreza y desesperanza.

Sin embargo, es necesario reiterar que las “inyecciones a la vena” de la calidad educativa pasan por otros temas igual o más urgentes e importantes que estos:

a) mejorar la institucionalidad, cobertura y calidad en todo el segmento preescolar de 1 a 4 años de edad, base de la pirámide formativa, lo cual requerirá de ingentes recursos humanos y financieros.

b) una carrera docente significativa e integralmente mejorada, desde la formación hasta la jubilación, que debiera constituir cerca del 50% del costo de la reforma educativa escolar.

c) la disminución del excesivo peso curricular y de horas lectivas totales (de las más altas del mundo) que aplasta toda posible creatividad tanto de profesores como de alumnos, incluso en colegios particulares pagados.

d) el perfeccionamiento y aceleración de la formación y concursos de directivos de escuelas y sostenedores públicos, sin los cuales ninguna reforma llegará verdaderamente a las aulas.

e) independiente de una eventual desmunicipalización gradual y normativa, urge un trabajo inmediato, por la vía administrativa y financiera, con el tercio de municipios de peor desempeño y descuido en su gestión, que no sólo son los responsables por los dos tercios de la caída de matrícula pública, sino los de peores resultados dentro del sistema, afectando así a los alumnos más vulnerables de Chile. Esos niños (y la caída de la educación pública) no pueden esperar una ley.

Mario Waissbluth
Voces La Tercera, 6 de mayo de 2014