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"La educación escolar: perdimos el rumbo"

Mario Waissbluth

La aguda segregación social y académica, que es peor aun que la segregación geográfica, provoca un notorio determinismo social en el sistema educativo. Salvo excepciones, el futuro de los niños está prácticamente marcado desde los 36 meses de edad. Es posible predecir con bastante certeza el futuro de estos niños simplemente sabiendo el barrio en que nacieron y el nivel de ingreso y escolaridad de sus padres. Hablar de meritocracia en estas condiciones es casi un chiste.

Recientemente publiqué un libro, titulado Cambio de Rumbo: Una Nueva Vía a la Educación Chilena. Hice un diagnóstico de la situación preescolar y escolar chilena, comparándola con otros países, especialmente los más avanzados. Es un balance contradictorio, con algo de dulce y bastante de agraz. Hice asimismo un conjunto articulado de propuestas para modificar gradual pero decididamente la situación.

En este apretado espacio de balance diagnóstico no utilizaré muchas cifras. Será la síntesis cualitativa de las conclusiones de lo ocurrido desde los años 80, cuando se sentaron las bases del modelo actual, hasta hoy. El texto integral contiene 95 referencias bibliográficas nacionales e internacionales y abundancia de cifras y detalles. Por cierto, es esencial que el lector tenga en mente que el diagnóstico de la educación en Chile no puede hacer caso omiso de los gravísimos problemas de inequidad socioeconómica y segregación social del país. La cancha está demasiado desbalanceada y esta es la razón principal por la cual el modelo actual no funciona ni funcionará adecuadamente.

SÍNTESIS DE ASPECTOS POSITIVOS

  1. Como resultado de una política sistemática y electoralmente rentable, de privilegiar la cantidad por sobre la calidad desde los años 60, se lograron tasas de cobertura en educación básica, media y superior comparables con las mejores del mundo, así como masivas inversiones en infraestructura, equipamiento y tecnología.
  2. Este aumento de cobertura se tradujo en un incremento promedio de dos años en la escolaridad de los apoderados, de 1990 a 2012. Muchos, aun con mediocre formación —el 42% de los egresados de media hasta hoy no comprenden adecuadamente lo que leen— han podido comprometerse en mayor medida con el aprendizaje de sus hijos.
  3. El gasto público educativo aumentó sostenidamente en términos reales en 3,8 veces desde 1990 a 2011, lo cual es similar al aumento del PIB per cápita. Es indudable que el crecimiento económico estable del país por los últimos 25 años facilitó estos incrementos de gasto educativo. Todos los presidentes han anunciado cada año que “es el gasto más alto de la historia”, aunque hay que ver esto en perspectiva. El gasto, expresado como porcentaje del PIB, continúa estando casi dos puntos porcentuales por debajo del promedio de los países de la OCDE. Allá es 6%, acá 4.1%.
  4. La subvención preferencial, aunque tardíamente aplicada desde 2008, y posteriormente incrementada y flexibilizada en su uso en el 2012, permitió focalizar recursos en los estudiantes más vulnerables. Esto ha facilitado mejorar en algo los niveles de equidad en los últimos años e inyectar recursos relevantes a la educación pública, depositaria mayoritaria de este tipo de alumnos.
  5. Aunque en algunos casos con severos defectos de implementación, se han desarrollado diversas mejoras institucionales y programáticas: la Superintendencia de Educación, la Agencia de la Calidad, cambios curriculares (excesivos), evaluaciones e incentivos del SNED, la evaluación docente, los incentivos AVDI y AEP, becas de pedagogía, convenios para mejorar escuelas de pedagogía, nueva concursabilidad y remuneración de directivos públicos, fondos de retiro para profesores públicos, alimentación escolar, el Programa de Integración Escolar, capacitaciones y asistencias técnicas, informatización a través de Enlaces y Yo Elijo mi PC, por nombrar las más destacadas.
  6. Como resultado de una combinación de estos factores, difícil de cuantificar en su peso relativo, Chile ha sido uno de los países que ha destacado en el mundo en términos de mejoras de resultados de los tests internacionales de PISA y TIMSS, en el período 2000-2009. Los defensores a ultranza del modelo educativo actual de Chile, afirman con orgullo  —y fe ideológica rayana en el fundamentalismo religioso— que nuestro éxito relativo en el contexto latinoamericano se debe a este modelo. Esa afirmación es, a lo menos, científicamente dudosa. El argumento de que ha sido la inversión privada la que ha facilitado el aumento del número de escuelas y la cobertura escolar, es una verdad a medias, o tal vez a cuartos: la mayor parte de los recursos provinieron del subsidio público.

¿Se deberán nuestros avances al «modelo»? ¿O tal vez se deben  a la multiplicación de recursos públicos y salarios de profesores, y a las diversas políticas que mencionamos anteriormente, que tienen nula relación con el modelo y la estructura del sistema? ¿Habrán influido tal vez las condiciones generales de salud pública, infraestructura sanitaria y nutrición infantil que han sido un ejemplo internacional? En realidad, nunca lo sabremos.

SÍNTESIS DE ASPECTOS NEGATIVOS

  1. El modelo educativo chileno es el más mercantilizado del mundo. No hay otro que se le acerque ni remotamente. El promedio de cobertura de la educación pública en los países de la capitalista OCDE es 82%. Los mecanismos de competencia de mercado basados en la subvención per cápita y por asistencia, el casi inédito uso del lucro y el financiamiento compartido en el sistema escolar, asociados a un excesivo uso de tests estandarizados y rankings de escuelas como herramienta de medición y competencia, han generado una gran cantidad de incentivos perversos tanto para escuelas como profesores y apoderados, cuyo resultado es la segregación académica y socioeconómica peor del mundo. Esta tiene severas consecuencias tanto para el futuro educativo en materia de calidad y equidad, como para la cohesión social del país, minando a la vez la imprescindible cooperación entre escuelas y entre profesores.
  2. La aguda segregación social y académica, que es peor aun que la segregación geográfica, provoca un notorio determinismo social en el sistema educativo. Salvo excepciones, el futuro de los niños está prácticamente marcado desde los 36 meses de edad. Es posible predecir con bastante certeza el futuro de estos niños simplemente sabiendo el barrio en que nacieron y el nivel de ingreso y escolaridad de sus padres. Hablar de meritocracia en estas condiciones es casi un chiste.
  3. En los quintiles más pobres se han creado verdaderos guetos de hacinamiento de alumnos, no sólo con bajo nivel socioeconómico, sino también los más desaventajados y/o con mayor frecuencia de problemas sicosociales, que son desplazados en esta dirección por conductas de selección y expulsión inapropiadas por parte de las escuelas. Esto hace casi imposible, por muchos recursos y profesores que se les provean a estos guetos, mejorar sus niveles de aprendizaje y, por ende, resolver los problemas de inequidad.
  4. El uso excesivo del SIMCE y la PSU como indicadores —con consecuencias de premio y castigo en el “mercado educativo”— ha distorsionado el concepto mismo de calidad de la educación definido por Unesco, descuidando el aprendizaje profundo y la formación integral y valórica de los alumnos. Ni siquiera los estudiantes del decil socioeconómico más alto están logrando resultados satisfactorios a nivel internacional. Los mejores alumnos de la educación superior tienen severas dificultades de expresión escrita y oral, y de pensamiento crítico. Este es uno de los mayores riesgos para la competitividad futura del país.
  5. A pesar de mejoras en remuneraciones y programas de retiro, la carrera docente y parvularia continúa siendo muy poco atractiva. Los programas de formación, producto del libertinaje de mercado que persiste hasta hoy, han tenido resultados desastrosos, y los resultados de las evaluaciones docentes son preocupantes. Un 40% de los profesores, tanto en el sector público como privado, deserta de las escuelas antes de 5 años de ejercicio profesional, por estrés, desmotivación, deficientes liderazgos escolares, sobrecarga e inestabilidad laboral.
  6. La conflictividad gremial y estudiantil, que se detonó en los años ochenta, y en forma exponencial desde 2006, ha dificultado la negociación de acuerdos constructivos entre el gobierno y el gremio, y estimulado en buena medida la caída de la matrícula pública. No se conocen casos de reforma educativa exitosos en el mundo en una situación de conflicto entre gremio y gobierno.
  7. Como resultado de estos conflictos, y sobre todo por una política de agresión, alegre omisión y/o abandono, tanto de sucesivos gobiernos como de muchos alcaldes, así como por las deficiencias de diseño institucional, la matrícula pública se ha reducido a alrededor de 1/3 del total, en muchas comunas está al borde del colapso, y el déficit financiero municipal de arrastre bordea los US$1.200 millones, sin contar con los aportes extrapresupuestales de cerca de US$300 millones de dólares anuales que hacen algunos municipios.
  8. Aún así, existe extrema heterogeneidad en los resultados educativos de diferentes comunas, algunas con desempeño superior a los de la educación particular subvencionada, y otras desastrosas tanto en resultados como matrícula. Estos resultados no son explicables ni por tamaño de comunas, ruralidad o monto de recursos, sino únicamente por la existencia de alcaldes y directores de educación municipal con profesionalismo y dedicación, y viceversa. Cuando se quiere, se puede.
  9. Los liceos técnicos, que atienden a casi la mitad de los alumnos de enseñanza media, en particular los más vulnerables, han sido gravemente desatendidos en su calidad, recursos y orientación. Un 48% de los profesores de educación técnica no tiene formación pedagógica, y la enseñanza dual está presente en proporciones mínimas. Si bien se realizó una positiva reforma curricular reciente, los desafíos de calidad y recursos son todavía muy grandes. El abandono en este ámbito es casi incomprensible, incluso desde el punto de vista de la élite económica, dada la grave carencia de recursos humanos calificados en las actividades productivas. Aun así, hay cerca de un 10% de liceos técnicos que han logrado alianzas constructivas con empresas, con excelentes resultados en materia de formación y empleabilidad de los alumnos. Esa es otra señal de que, cuando se quiere, se puede.
  10. Siendo ya un consenso universal que el partido de la educación comienza a jugarse en la educación inicial, las salas cuna y jardines infantiles tienen graves problemas de calidad y de cobertura, especialmente para los sectores más vulnerables. Faltan 350 mil cupos de alta calidad y con excelentes educadoras de párvulos en los tramos de edad de 1 a 4 años. Por otro lado, la normativa e institucionalidad de la educación inicial muestra deficiencias severas.
  11. Como consecuencia de todos estos problemas, los resultados del SIMCE, así como los de comprensión lectora y aritmética en adultos jóvenes, con todas las falencias que estos indicadores puedan tener, están prácticamente estancados, y son abiertamente contradictorios con los resultados de los tests de PISA y TIMSS. No existen estudios que provean una explicación clara sobre esta contradicción. La tasa promedio de mejora del SIMCE 8° Básico lenguaje ha sido de tan sólo un punto por año desde 2004 a 2011, y con los dos quintiles más pobres sistemáticamente por debajo de 240 puntos hay analfabetismo funcional casi garantizado y difícil de recuperar en la enseñanza media, para el 40% de los alumnos cuyo futuro está comprometido.

A nuestro juicio, la educación escolar chilena no tocó fondo, pero sí toco techo y hay que cambiar el rumbo. El lector tiene la palabra. Es necesario que en este punto de inflexión política del país se forme su propio juicio respecto de la necesidad  —o no— de ajustes relevantes al modelo.

Mario Waissbluth
El Mostrador, 16 de octubre de 2013

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