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Columna: Diez urgencias del momento ante la crisis global

Mario Waissbluth

Comenzaremos por el final, después vienen los contextos que nos orientaron. Por algo hay que jugársela, a riesgo de equivocarse. Ahí vamos, con la escasa y mutante información disponible.

  • Como lo anunció el Presidente, cuarentena obligatoria de adultos mayores en todo el país. Deben quedarse en sus hogares bajo cualquier circunstancia que no sea una urgencia extrema. Si en sus hogares hay jóvenes que salgan a trabajar, los mayores deben estar aislados en una zona especial. Esta es una de las más importantes recomendaciones mundiales para “aplanar la curva”. El 96% de los fallecidos en Italia son mayores de 60 años. El Presidente determinó 80 años de edad para la cuarentena, creemos que deben ser 70 y a la brevedad. Esta es la apuesta principalísima.
  • No creemos aún en la cuarentena total o “lockdown”, como algunos exigen. Se proponen cuarentenas selectivamente severas, comuna por comuna o región por región, según sea el caso. En algunos casos, la cuarentena podría dictarse por períodos intermitentes y sucesivos. De lo que se trata es de ir aplanando gradual y controladamente la curva de infecciones, de modo que, en cada región o comuna sujeta a análisis no se llegue ojalá nunca al punto de saturación de las camas críticas. Recordemos que casi todos nos vamos a enfermar, tarde o temprano.
  • Hora de que TVN cumpla su rol público. Es urgente establecer un canal oficial de información y recomendaciones a la población y no dejarlo al arbitrio de los “rostros” u opinólogos. Asimismo, es importante establecer horarios de contenidos para niños y niñas, que apoyen su trabajo escolar, y generar contenidos de entretención, ya que un alto porcentaje de la población no accede a canales pagados, ni streaming. Ya hay además un alto riesgo de saturación de internet.
  • Penalizar drásticamente la violación de instrucciones sanitarias, cualquiera ellas sean. Sin esto, nada resultará, sean cuarentenas totales o parciales. Drásticamente, por ley.
  • Incremento significativo de la capacidad para fiscalizar el cumplimiento de estas instrucciones y normas, por la misma razón.
  • Por lo arriba mencionado, cualquiera sea la estrategia sanitaria, es urgente usar la estrategia coreana: apps de monitoreo y seguimiento de la epidemia, así como la implementación del pasaporte sanitario en los celulares, que además permita hacer trackeo de los adultos mayores, así como los contagiados, hospitalizados y dados de alta. Han sido estrategias exitosas en Asia y, si bien podrían cuestionarse por “autoritarias”, este no es momento para remilgos. Habría que haber comenzado esto ya, aunque sea hasta que termine la pandemia actual, y tenerlo disponible para las futuras, que ciertamente vendrán.
  • El paquete económico anunciado por el Gobierno es absolutamente insuficiente, en particular para trabajadores no cubiertos por el seguro, en su mayoría informales y por cuenta propia, así como para empresas medianas o grandes, que venden desde US$ 5 M para arriba. Si esto se prolonga más de 3 meses, como es muy probable, muchísimas van a quebrar y lanzar miles a la calle. Urge priorizar un paquete ad hoc de crédito de largo plazo y/o capital, a empresas sanas que lo puedan demostrar, grandes, medianas o pequeñas, ligadas a servicios y productos básicos, y/o que sean encadenamientos críticos de la economía. También hay que financiar a los desempleados que se generen a contar del 1 de abril.
  • Reforzar y ampliar aún más la instalación de puntos clave de bloqueo comunal o regional, para vigilar el tránsito y eventualmente autorizar el paso de personas por motivos justificados. Estas son las Aduanas Sanitarias que Minsal ya ha instruido, correctamente, para implementar al ingreso a todas las regiones de Chile, en que se deberá mostrar un Pasaporte Sanitario. Esto permitirá el manejo local y selectivo de las medidas.
  • Cuerpo de tarea urgente para evaluar y tomar decisiones respecto al uso de nuevos  medicamentos paliativos en estudio por la OMS. De ser suficientemente promisorios, el Estado debe importar y acopiar todo el stock necesario.
  • Valorar el aporte de alcaldes en la colaboración desde lo local para implementar soluciones consensuadas con las autoridades nacionales… aunque en definitiva todos debemos entender, y ellos también, que una pandemia mundial y nacional no puede abordarse puramente sobre la base de decisiones comunales.

El autor agradece a sus colegas Alejandro Barros, Rafael del Campo, Pablo Galaz y Luis Zaviezo, colegas del Centro de Sistemas Públicos. Sus comentarios y sugerencias enriquecieron el texto, y en especial, las propuestas concretas.

Introducción

Estamos en la mayor crisis mundial del último siglo. Las noticias buenas, malas y falsas se suceden día a día, y debemos saber navegar sin angustiarnos para poder soportar la incertidumbre. Sabemos que todos podemos equivocarnos, y esto incluye a las autoridades que están a diario obligadas a tomar decisiones sin información completa.

Estamos ante algo desconocido y obviamente nos podemos equivocar. Un par de ejemplos: la OMS entrega estrategias diametralmente opuestas para Argentina y Chile; y dos grandes y prestigiados epidemiólogos de USA (Harvard y Stanford) también muestran serias discrepancias por la prensa respecto a la gravedad del problema, que se difunden por las RRSS. ¿Qué nos queda a los demás?

Llamaremos “A” al peor escenario de la pandemia para Chile: en este, es muy posible que Chile siga la ruta de Italia y España, con salas de urgencia atestadas y “rebrotes” como los que están comenzando a ocurrir en algunos países. No habrá, al menos durante 2020, vacunas ni medicamentos paliativos disponibles. Cuarentenas totales y/o lockdown. El inminente invierno, con sus epidemias de virus sincicial e influenza común que de por sí atochan nuestras salas de  urgencia hospitalaria, puede agravar aun más este escenario, cosa que no sucede en países del hemisferio norte.

La parálisis social y económica en Chile podría durar en este caso 6 a 9 meses más. Los médicos estarán obligados a escoger a quién salvar, lo cual es éticamente durísimo. Se procurará salvar a los “jovencitos” de 50 a 60 años. Muchos de los que pasen por la urgencia y se salven quedarán con daños pulmonares.

En este escenario la economía de Chile simplemente revienta. Volvemos a la crisis del 82, cuya caída del PIB fue de 14% y el desempleo disparado a 26%. Una ciudadanía mucho más activa que en aquellos años estallaría con resistencia civil. Los saqueos ya no serían políticos ni delictuales, sino de supervivencia.

En el mejor escenario, B, la crisis se resuelve totalmente en dos o tres meses. La OMS está aceleradamente estudiando cuatro medicamentos antiguos, para paliar o prevenir la enfermedad. Si este escenario positivo se confirmara en las próximas semanas, sobre alguno de esos medicamentos, las ansiedades y pánicos disminuirían. El virus pasaría a ser una influenza severa, la mortalidad disminuiría, las urgencias no se congestionarían.

Entre A y B, están todos los escenarios intermedios posibles. De ahí las incertidumbres, tanto en lo económico como político, financiero y laboral. Por ahí habrá que navegar entre roqueríos y aguas turbulentas. Nadie sabe a ciencia cierta el comportamiento de este virus, que puede estar mutando para mejor o peor en este momento. De hecho, en Chile hay un número excepcional de jóvenes con infección severa, lo cual es muy raro.

La economía y las duras decisiones

El primer anuncio económico del Gobierno resultó inexplicablemente insuficiente. Como lo escribieron los reputados economistas De Gregorio, Repetto, Engel y Valdés este domingo 21, casi no hay ayuda a muchos desempleados informales, ni para empresas clave para la economía. El dinero verdaderamente fresco anunciado es solo 1% del PIB, el resto son reprogramaciones, y a las empresas grandes y/o críticas no les llega nada. 

El anuncio también es paupérrimo para trabajadores no cubiertos por el seguro, en su mayoría informales y por cuenta propia, a quienes se les destina 50 mil pesos en total. Hasta los grandes aplausos al anuncio parecen inexplicables. Por comparación, en países OCDE la inyección de dinero de rescate a desempleados, las personas en general, y las empresas, ha llegado al 20% del PIB, y eso que en esos países no había previamente un estallido social. La actitud del Gobierno es poco entendible, sabiendo que Chile tiene todavía amplios márgenes para ampliar su deuda pública y/o aumentar los tributos a las personas más ricas.

Las pymes recibirán un apoyo interesante, como ya lo anunció, por ejemplo, el Banco Santander a sus clientes. Sin embargo, para las empresas en el rango de 5 a 500 millones de dólares anuales, no hay casi nada, y ahí puede haber resultados dramáticos si el Gobierno y/o el Banco Central no dan ayudas de largo plazo. Parece casi impensable que no lo hagan. No se trata de pasarles dinero a los ricos actuales, sino a las empresas de los ricos, lo que es muy diferente. Se necesita que sigan dando empleo, y que no se rompan las cadenas de producción, logística y abastecimiento de la economía. Por cierto, en la crisis del 82 el Gobierno rescató a muchos bancos… pero cambiaron los dueños. Aportó capital en lugar de crédito.

No puede descartarse livianamente, por una suerte de “corrección política espuria”, el impacto de las decisiones epidemiológicas sobre la economía y las empresas. Cualquier persona nacida antes del 1965, es decir, de 55 años arriba (no tan viejos) podrá recordar los horrores vividos con la crisis 82 y 83, el desempleo, el desabastecimiento, las colas, las quiebras masivas. En suma… No se puede ni deben tomar nuevas decisiones epidemiológicas sin tomar simultáneamente decisiones económicas más osadas que las actuales, en favor de las personas, los autoempleados, y también las pequeñas, medianas y grandes empresas, con modelos ad hoc para cada nivel y características.

¿Cuarentena total o cuarentenas parciales?

Reiteremos que el 50-70% de todos nos vamos a contagiar, tarde o temprano, de cualquier edad. Si por ejemplo se cerrara totalmente la comuna de Las Condes o el “barrio alto”, sus fronteras son porosas e imposibles de vigilar, ni siquiera con militares. Habrá un tráfico casi inevitable de vehículos y personas por las razones correctas (personal médico, abastecimientos, etc.) y por las incorrectas. Además, no se la puede mantener cerrada de manera indefinida, tarde o temprano habrá de reabrirse, y ahí saldrán algunos jóvenes que ni siquiera saben que están infectados a infectar alegremente a otros.

Es muy posible que haya rebrotes, especialmente por la temporada invernal. Es posible que tengamos “pequeñas epidemias” a lo largo de los próximos 12 o incluso 18 meses… a menos que aparezca la vacuna salvadora. Los medicamentos antes mencionados no van a resolver esto, pero sí van a ayudar a que los viejitos (como este autor) se mueran en menor proporción. Por ello, aunque hubiera cuarentena total y rígida por dos semanas, por un mes, o por tres meses, aparte de producir una quebrazón de empresas y desempleo mayor, es poco lo que habremos logrado.

El sector oriente de la capital contiene prácticamente 2/3 de todos los contagiados informados hasta hoy. Su tratamiento no puede ser igual que el del resto del país. Hay regiones con poquísimos casos. Al 21 de marzo, Tarapacá tenía 0 (cero) casos confirmados; Arica, Atacama, Los Ríos y Aysen 1 c/u. La RM, 359. ¿Todas las regiones recibirán igual tratamiento?

En suma, las cosas no son tan simples como parecen ser cuando algunos políticos, alcaldes u opinólogos salen a desgarrarse las vestiduras con la cuarentena total para todo el país. Fácil decirlo sin medir consecuencias.

Epílogo

Sean cuales sean los escenarios, lo que sí cambiará ciertamente es la forma en que nuestra sociedad y la economía funcionan, ojalá con un mayor sentido de solidaridad. Nada garantiza que no exista otra pandemia en el futuro, escenario para el cual hoy no estamos preparados, pero que debemos a asumir como algo real y concreto que puede ocurrir.

Mis colegas y yo saludamos con alegría la conformación de la Mesa Social COVID-19, como un inicio del fin de las discrepancias absurdas, y felicitamos los acertados anuncios del Ministro de Salud del día 21 de marzo, en cuanto a la implementación del toque de queda, así como diversas prohibiciones y controles selectivos. Desde un rol académico, coincidimos plenamente con el enfoque adoptado.

Por mucho que todos opinemos desde nuestros diferentes saberes, también es hora de que todos acatemos y respetemos incuestionablemente las decisiones de la autoridad sanitaria, que está escuchando activamente a diversos actores y especialistas.

Asimismo, hay pocas e insuficientes palabras para felicitar a los profesionales de la medicina y otras labores críticas que están, literalmente, arriesgando su vida por cuidarnos, abastecernos y transportarnos a todos.

Columna fue publicada en El Mostrador, el día miércoles 24 de marzo.