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Carrera docente al fin habemus

Mario Waissbluth

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Con mucho de que alegrarse y un mega tema para llorar.

Se aprobó definitivamente el proyecto de Carrera Docente, la aspiración más sentida que Educación 2020 ha expresado desde el año 2008. Así son los tiempos que toman las grandes reformas, y hemos tenido que aprender a palos a tener paciencia. Si bien todos quisiéramos un poquito más en cada ámbito, el avance es enorme, y ya se quisieran otros países de América Latina una legislación similar. En apretada síntesis, los avances más relevantes son:

1- Las carreras de pedagogía serán impartidas únicamente por universidades que acrediten sus programas y carreras. Se acabó la venta de títulos truchos, chantas o como prefieran llamarlos.

2- Se aumentan gradualmente los requisitos de PSU, ranking y/o participación en Programas de Acceso Efectivo a la universidad. Los niños de Chile se lo merecen. Pedagogía debe ser la carrera MAS exigente y apreciada del país.

3- Se establece una prueba diagnóstica, al inicio de la carrera; de carácter formativo y orientador para la universidad… y una prueba diagnóstica durante el último año de la carrera, requisito para titulación. Es un aseguramiento esencial de la calidad. Hubiera sido mejor que fuera habilitante, es decir, que hubiera un piso mínimo en el resultado para poder ingresar a las escuelas, como en medicina, pero en fin. Siempre insistiremos en que los derechos de los escolares son prioritarios por sobre los derechos de los estudiantes de pedagogía.

4- Se ampliará la oferta de formación gratuita a colegios  particulares subvencionados. Es lo correcto.

5- Contempla un proceso de inducción al mundo laboral, con un mentor asignado para acompañar al docente principiante. Esto es fundamental. En todo el mundo los jóvenes docentes llegan a su mejor nivel sólo después de 5 años de ejercicio.

6- Establece etapas en el avance de la trayectoria profesional de los docentes: inicial, temprano, avanzado, experto I y II. Los ritmos de avance podrían haber sido más rápidos y exigentes pero en fin.
7- Establece un Sistema de reconocimiento del Desarrollo Profesional Docente, para particulares subvencionados y municipales.

8. Contempla un instrumento de evaluación de conocimientos pedagógico/disciplinarios y un portafolio que dé cuenta del trabajo de los profesores.

9. Los resultados del proceso de evaluación se asocian al avance en los tramos que propone el sistema de desarrollo.

10- Simplifica (en parte) la enredadísima estructura de remuneraciones, que hoy no la entienden ni los que la reciben.

11- El salario inicial será de alrededor de 800 mil pesos para 44 horas semanales. Siendo todavía poco, es un mega avance, y muy costoso. Se hace así más atractiva la perspectiva de ingresar a estudiar pedagogía.

12- Se prevé un aumento paulatino (indispensable y muy costoso), a 70-30% y luego a 65-35% de horas no lectivas, desde la proporción actual 75-25%. Para establecimientos educacionales con mayor porcentaje de estudiantes prioritarios, la proporción será 60-40%, con cargo a fondos SEP. Vital que se haya hecho esta distinción.

Estoy seguro de que muchos lectores (y yo mismo) afirmarán que aquí o allá faltó más, pero en cualquier escenario todo esto regocija.

Por el contrario, lo que es francamente pésimo, es que se chutea por muchos años el inicio de las normas salariales y exigencias de la carrera parvularia, y los recursos para formar más y mejores educadores en este nivel.

Con esto, se condena a las actuales y nuevas salas cuna y jardines a ser meras guarderías, con una mal pagada -y deficientemente formada- educadora por cada 30 alumnos, vs. una por cada 12 en los países avanzados, que generalmente tiene una formación equivalente a un magister y certificación obligatoria del Estado.

La explicación es una y una sola, y yo me la venía temiendo desde 2013. La Presidenta Bachelet escogió privilegiar financieramente, por razones políticas y electorales, y no de Estado, la gratuidad en educación superior, que recibirá en los próximos 5 años mucho más recursos que el nivel parvulario, siendo que la rentabilidad social del gasto es 8 veces menor. 8 veces.

Como lo planteó el ex-Rector de la Universidad de Chile, Victor Pérez: al año 2025 el 51% de los recursos adicionales de la reforma educativa se irá a financiar la gratuidad – y no la calidad – de la educación superior, y sólo un magro 6.9% irá a mejorar –más bien la cobertura y no la calidad – de la educación  parvularia.

Cometeremos así el mismo error histórico que se hizo primero en Básica y luego en Media. Cortar cintas para mejorar cobertura sin calidad, lo mismo que se ha hecho en toda América Latina, da votos, pero genera situaciones difícilmente reversibles para resolver posteriormente.

Seamos claros. Es excelente que los jóvenes vulnerables puedan ingresar sin endeudarse a la educación superior. Nadie en su sano juicio podría estar en contra. Pero con 25% de niños severamente dañados por violencia intrafamiliar, con los chicos del quintil más pobre manejando la mitad del vocabulario que  aquellos del quintil más rico a los 36 meses de edad, con esta opción a mi juicio miope, la Presidenta sigue hipotecando el futuro de Chile en beneficio de una apuesta electoral de corto plazo. Con todo respeto, y mucha frustración.

Mario Waissbluth
Voces La Tercera, 2 de febrero de 2016