Analizaremos un nuevo intento anti-gratuidad, pro-lucro y pro-segregación en la política educativa escolar. Me disculpo de antemano por algunos tecnicismos de la columna, inevitables para explicar la sutil perversidad que se esconde detrás de la jerigonza técnica del proyecto de ley de Subvención Especial para la Clase Media que comentaremos, y cuyo fardo está heredando la Ministra Schmidt.
La perversa segregación
Según datos de la OCDE, Chile tiene el sistema escolar socialmente más segregado del mundo. Apartheid educativo. Los hijos de muy ricos estudian con hijos de muy ricos, ricos con ricos, clase media alta con clase media alta, y así hasta indigentes con indigentes. Somos una vergüenza internacional en esta materia, por más progresos que hayamos tenido en el promedio del test de PISA.
Se nos dice, majaderamente, que esto no es culpa del sistema escolar, sino que de la segregación territorial de las clases sociales. Los niños estudian donde viven y por ello están segregados. Falso. Falso. Un estudio reciente de Elacqua y Santos (“Los efectos de la elección escolar y las políticas públicas en la segregación escolar”) demuestra claramente que, cuando se compara la actual segregación escolar con la que existiría si todos los estudiantes asistieran a la escuela más cercana a su hogar, se observa cómo la segregación escolar es aún mayor que la barrial.
En otras palabras, por las perversas políticas educativas de Chile, en particular por el financiamiento compartido y las estratificadas escuelas particulares pagadas, estamos haciendo viajar a los niños en bus o a pie (a los más pobres), o en 4×4 (a los más ricos), para segregarlos aún más de lo que están en sus barrios.
Esto trae graves consecuencias educativas. Está demostrado en todo el mundo que, si se hacina en una escuela a los niños más vulnerables, sacarlos adelante es una tarea casi imposible. Por mucho que la subvención preferencial mejore en algo las cosas, el nivel de las clases en el aula tiende a bajar sustancialmente, aun con los mismos profesores, programas e infraestructura que una escuela del barrio alto. Hablar de calidad, equidad educativa y aplanar la cancha de las oportunidades en estas circunstancias es una ofensa, casi una inmoralidad.
Hay otro efecto más pernicioso. El clasismo intrínseco y la pérdida de cohesión social que esto conlleva. Para los jóvenes de clase alta hay mejor educación, padres con mayor nivel cultural, más libros en la casa, mejor uso del lenguaje en el almuerzo familiar, mejor salud, más deporte, más viajes, escuelas con alumnos de mayor capital cultural en las cuales tienden a concentrarse los profesores mejor preparados, mejores redes sociales con sus compañeros, mejores universidades, de ahí pasan a mayores salarios, mayor acumulación de capital cuando adultos, inteligentes mecanismos de elusión y evasión de impuestos, y así sigue dando vueltas la manivela de la desigualdad de oportunidades.
La promoción gubernamental de la segregación
Lo sorprendente es que al gobierno este problema no sólo no parece importarle, sino por el contrario, ha buscado deliberadamente acentuarlo. Su primer intento fue el proyecto de Incentivo Tributario a la Clase Media, el año pasado. Grotescamente segregador, dando además preferencias vergonzosas a la educación particular subvencionada con copago. Esta fue una pelea de 4 meses en el Congreso, cartas en la prensa, y al final, entre muchos académicos y parlamentarios logramos modificarla de manera de limarle las aristas más perniciosas.
Este año, el gobierno volvió a la carga, esta vez con el proyecto de ley de Subvención Especial para la Clase Media. Suena lindo, y políticamente es un caramelo comunicacional. ¿Quién podría oponerse a apoyar a la castigada clase media? Sin embargo, en enero Educación 2020 expuso ante la Comisión de Educación de la Cámara una serie de reparos, resumidos en:
a) Pro-lucro: No establece exigencias de gasto para los nuevos recursos, lo que abre la posibilidad a que estos terminen en los bolsillos de los sostenedores.
b) Retroceso: Relativiza la importancia y desincentiva el uso de la Subvención Escolar Preferencial, el mejor avance que ha tenido el sistema educativo en décadas.
c) Segregador y anti-gratuidad: Profundiza el mecanismo de financiamiento compartido y con ello la segregación del sistema escolar.
d) Injusto: Introduce injustificadamente diferencias de recursos en alumnos de igual situación socioeconómica.
Felizmente, para paliar el primero de estos problemas, la Comisión de Educación de la Cámara señaló que, para poder recibir esta nueva subvención, se exige al sostenedor la rendición de estos recursos según las reglas aplicables a la Subvención Preferencial. Sin embargo, la Subvención para la Clase Media (SECM) – así redefinida – continúa entregando recursos a sostenedores particulares por alumnos que se encuentren en el 60% más vulnerable (y no sólo en el segmento de clase media presumiblemente apoyado), pero… cobrando financiamiento compartido. Esto inducirá a muchas escuelas a no renovar sus planes de mejoramiento para el 40% más vulnerable por medio de la Subvención Preferencial, que prohíbe el cobro de financiamiento compartido.
Aclaremos el “truquito” pues no es fácil de explicar. La Subvención Escolar Preferencial (SEP) cubre al 40% de alumnos más vulnerables del sistema escolar. La Subvención Especial para la Clase Media (SECM) se destina a “aquellos alumnos que no perciban Subvención Escolar Preferencial, y cuyas familias sean caracterizadas dentro del 60% más vulnerables”, es decir, se aplica también a alumnos que NO son de clase media.
Se generan así dos complicaciones adicionales: Por un lado se introducen diferencias de gasto en alumnos de un mismo nivel socioeconómico (el 40% más vulnerable), cuestión que dependerá de una decisión del sostenedor: adscribirse o no a la SEP. En segundo lugar, la SECM ignora los criterios de vulnerabilidad definidos por la SEP, enredando aún más el ya kafkiano sistema de rendiciones de cuentas.
Esto propuesta además promoverá – perversamente pues no hay otra palabra – que muchos sostenedores en comunas de clase media se concentren con más fuerza en estudiantes de familias que cuentan con recursos para co-financiar sus estudios. Si de gratuidad educativa se trata, este es un intento más de ir en la dirección contraria, haciendo que los estudiantes de clase media con capacidad de co-pago sean económicamente “más atractivos” para los colegios, lo que profundizará la segmentación del sistema.
Por cierto, el título mismo del proyecto de ley es engañoso y demagógico. La “clase media” no verá un solo peso de esta subvención, pues el sostenedor, aunque rinda estos recursos adicionales, podrá optar por meter una parte de la subvención general o la totalidad del financiamiento compartido a su bolsillo. Mucha gente pide gratuidad y cuestiona el lucro. Este proyecto es anti-gratuidad y pro-lucro. Ni siquiera es neutro frente a este conflicto que está en las calles del país.
Nuestra propuesta
Educación 2020 reconoce y comparte la necesidad de inyectar más recursos en el segmento intermedio del 3er quintil de clase media que hoy cuenta comparativamente con menos recursos que los quintiles más pobres y más ricos.
La solución que proponemos pasa sencillamente por introducir estos recursos como una extensión de la misma Ley de Subvención Escolar Preferencial, incorporando un monto proporcional para el 20% de alumnos del 3er quintil aun no cubiertos, que permita extender los beneficiarios desde el 40% hasta el 60% más vulnerable de la población escolar, con todas las restricciones y compromisos que la ley hoy establece. Sigue siendo “para la clase media”, pero de manera adecuada y sin exigirle a esos padres el copago de financiamiento compartido.
El pleno de la Cámara de Diputados – y la Ministra Schmidt – tienen ahora la palabra, frente a este nuevo “pastelito” que se está incorporando a la legislación educativa. Ojalá la historia devele algún día por qué posibles razones el gobierno ha estado diseñando retorcidos y a la vez sutiles proyectos de ley que, detrás de su compleja jerga técnica, agudizan el problema más grave del sistema educativo chileno, nuestra segregación, vergüenza internacional.
Mario Waissbluth
Blog de La Tercera, 4 de mayo de 2013