← volver

Educación: hora de cambiar el rumbo

Mario Waissbluth

Tras el golpe militar, Chile inició el experimento neoliberal más extremo del mundoEl Tea Party norteamericano palidecería de envidia con el modelo chileno. Diseñado por los discípulos de Milton Friedman, se aplicó de manera sistemática (con la ayuda de bayonetas) desde 1973 hasta su sustitución por una coalición de centro izquierda en 1990.

Esta coalición básicamente continuó las políticas de extrema derecha – aunque con mayor gasto y focalización social – a causa de a)  limitaciones constitucionales inteligentemente diseñadas, b) fuerzas armadas vigilando discreta y no tan cortésmente desde sus cuarteles, especialmente de 1990 al 2000, y c) porque un buen número de políticos de centro-izquierda adquirieron también el gusto por los manjares del libre mercado desregulado. Desde 2010 hasta hoy, el mismo grupo original ha estado en el poder. No sus hijos. Ellos mismos. Muchos jóvenes ayudantes  de Pinochet son hoy ministros, subsecretarios y parlamentarios.

El principio básico del modelo educativo, la salud, las pensiones, y todo ámbito de política pública, fue minimizar el papel del Estado y sus regulaciones, con los impuestos más bajos posibles. Ud. cuida por su familia y eso sería todo. Si usted puede pagar por educación, salud o pensiones, lo hace, a entes con fines de lucro. Si no puede, no lo hace, y el Estado le proporciona esos servicios, de calidad sustantivamente menor, por diseño. Si fueran de igual calidad, no funcionaría el modelo pues nadie pagaría los servicios privados. Este es un principio ideológico cuasi-religioso, defendido con dientes y uñas.

La matrícula en la escuelas públicas se ha reducido previsiblemente (y sigue cayendo) desde el 80% en 1980 al 37% en la actualidad. El gobierno y ciertos alcaldes cierran escuelas municipales a placer. Aparte de un 7% de los estudiantes en escuelas particulares pagadas, las instituciones públicas y privadas compiten por el codiciado voucher per cápita, o subvención. Dos tercios de escuelas particulares subvencionadas tienen fines de lucro, y otro tanto (con o sin fines de lucro) cobra financiamiento compartido. Los más ricos juntan sus hijos con sus pares socioeconómicos, la clase media con la clase media, y así hasta llegar a los más pobres, que van en su mayoría a escuelas públicas gratuitas. Subsidiariedad de libro de texto, diseñada en los años 80, y perfeccionada por la Concertación con el polémico financiamiento compartido.

Hasta hoy, cualquiera puede montar una escuela subvencionada con o sin fines de lucro en cualquier lugar, de cualquier tamaño, sin ningún tipo de requisitos académicos, los cuales comenzarán a ser vigilados por la Agencia de la Calidad después y no antes de haber embaucado a unos cuantos  alumnos y familias. Hay que fomentar el emprendimiento, pues.Este modelo educativo no existe en ninguna parte del mundo. EE.UU., Gran Bretaña, India, Suecia y Australia comienzan a dar tímidos pasos en la dirección chilena, aun cuando en esos países la matrícula pública todavía supera el 85%. En Holanda y Bélgica hay educación particular subvencionada mayoritaria… pero sin fines de lucro ni financiamiento compartido.

La formación del profesorado también se desreguló totalmente. Hay que ser consecuentes, pues. Hasta hoy muchas universidades e institutos “venden títulos universitarios “ (con lucro abierto o encubierto) a estudiantes que no entienden lo que leen cuando entran a las Escuelas de Pedagogía, y por lo general tampoco entienden lo que leen cuando obtienen su grado, si es que lo obtienen. El examen nacional de los profesores ha sido, por supuesto, voluntario (ahora recién se comienza a legislar al respecto). Libertad. Libertad. El mercado y la inversión privada resuelven todo, aunque en realidad, la mayor parte de la inversión en el sistema educativo privado no ha sido provista por los inversionistas, sino por los subsidios públicos en el caso de la educación escolar, y por las familias en la educación superior, vía aranceles exorbitantes.

Los estudiantes y sus familias estallaron por primera vez en 2006, y luego con más fuerza en 2011, con réplicas en 2012 y 2013. Cuestionaron no sólo el modelo educativo, sino el legado de Milton Friedman en su totalidad. El estallido del 2011, sumado a la profunda intransigencia e ineptitud política para su manejo, marcó el inicio del fin de la popularidad y las posibilidades de reelección de la actual coalición de gobierno: el 60-70% de aprobación se redujo a 30-40% ese año y ya nunca se recuperó, mismo resultado que obtuvo su candidata presidencial.  
Los resultados del sistema más neoliberal del mundo

Liberar las fuerzas del mercado generó un crecimiento sostenido del ingreso per cápita desde 1985 hasta hoy. En comparación con el promedio de América Latina, este índice fue el mismo en 1990, pero hoy el de Chile es 50 % superior. Del mismo modo, el Índice de Desarrollo Humano del PNUD es superior al de la región, aunque muy inferior al valor promedio de la OCDE. Durante la dictadura, el número de personas con ingresos por debajo del umbral de la pobreza se disparó, más allá de 40% de la población. Sin embargo, desde 1990 se ha reducido a 13%, gracias a políticas más redistributivas. Entonces: ¿por qué quejarse? Tal vez Milton Friedman y José Piñera tenían razón después de todo.

Nicanor Parra es nuestro más prestigioso poeta vivo. Resumió magistralmente el error del Mr. Friedman y sus acólitos: “Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. Nuestro índice de Gini de desigualdad de ingresos es horrible (0,52), y la estructura fiscal no ayuda mucho en la corrección del mismo (0,50 después de redistribución de impuestos). La línea que divide al 50% más pobre de los más ricos es de $4.000 diarios… y de allí desciende a $1.000 al día para el 10% más pobre. Con los subsidios y bonos los más pobres suben a $2.500 diarios, para alimentarse, vestirse, jubilarse, comunicarse, transportarse, educarse, comprar medicamentos y alojarse. Un Big Mac per cápita, para todas estas necesidades.

En el palo superior del gallinero, Chile “la lleva”. Tomando en cuenta ganancias de capital, el 1% más rico se lleva a casa el 30,5 % de la torta, en comparación con 21% en los EE.UU., 11% en Japón y 9% en Suecia.

Los niños en la mitad inferior de esta desigual sociedad, por lo general, se gradúan de la educación media sin entender adecuadamente lo que leen. Son admitidos sin selección a universidades o institutos de baja calidad, muchos con fines de lucro. La mayoría termina desertando, o bien con un título imposiblemente espurio, y más encima endeudados. Este es el polvorín que estalló en 2011 y la tormenta no se ha detenido hasta hoy, por mucho que el actual gobierno tomó reactivamente algunas  medidas paliativas en materia de financiamiento y aseguramiento de la calidad de la educación superior.

Escolares rinden prueba SIMCE

Es necesario reconocer que, como en la economía, en educación se han producido algunos resultados prometedores. La tasa de matrícula en la escuela básica, la media y la educación superior es similar al promedio de la OCDE. Los resultados del test de PISA mostraron una de las mayores mejoras en el mundo desde 2000 hasta 2006, aunque de 2006 a 2012 están prácticamente estancados. Tocamos techo.

Nuestra inequidad de resultados en PISA 2012 es hoy levemente peor que el promedio latinoamericano, y los índices de segregación socioeconómica y académica son, en realidad, una vergüenza. Según datos PISA, tan sólo el 21% de nuestros niños asisten a escuelas socioculturalmente integradas, en comparación con el 35 % en América Latina, 46 % en los países de la OCDE, y por encima de 50 % en países como Finlandia o Canadá. Apartheid educativo, que ha estado aumentando lenta pero seguramente.

Muchos defensores del modelo dicen (ya no hallan qué excusa buscar) que esto se debe únicamente a la segregación residencial. Falso. Estudios recientes demuestran que la segregación escolar es mucho peor que la residencial, que es de por sí severa. Estamos transportando niños en buses y 4×4 para segregarlos. Es el resultado de una compleja mezcla de factores, difíciles de dilucidar por separado: la competencia de mercado escolar, el financiamiento compartido, el lucro, la destrucción de la educación pública, las prácticas de “descreme” académico, la cultura crecientemente segregacionista.

Mientras sigamos teniendo niños en guetos socioeducativos de ricos y pobres, es probable que los resultados continúen estancados en equidad, e incluso en lo que se pudiera llamar la verdadera calidad, que requiere que los pares de distintas clases sociales se reconozcan y respeten. Esto está socavando constantemente la cohesión ciudadana, hasta el punto de que será difícil recuperar la paz social, a menos que este problema se aborde consistentemente por más de una década.

El gasto público en educación, si bien ha aumentado, es 4% del PIB, en comparación con 6 % en los países de la OCDE. Todos los gobiernos presumen que gastaron más que el año anterior. Verdad. Pero manteniéndose pulcramente en o alrededor del 4% del PIB.
Las excesivas pruebas estandarizadas aplastan al sistema, con consecuencias tales como cierre de escuelas, los pagos de bonos a profesores, los convenios de desempeño de los directores, la prueba Inicia. Enseñar con el objetivo central de pasar las pruebas estandarizadas motiva una variedad de conductas perversas de segregación  académica y socioeconómica, cuyo propósito básico es… que la escuela obtenga mejores resultados en esas pruebas. Esa es la base misma de la competencia en el “mercado” escolar. La colaboración entre escuelas es por ende prácticamente inexistente: hay que competir para quitarle alumnos, con su subvención, a las escuelas cercanas.

Enseñar para responder tests, llevado al extremo, está convirtiendo en robots a niños y maestros. La mejor prueba es que las muy costosas escuelas privadas chilenas muestran resultados internacionales por debajo de los países de la OCDE. Cerca de la mitad de los alumnos de las universidades más selectivas del país tiene serias dificultades para redactar un ensayo comprensible de dos páginas. Son inteligentes y sacaron más de 700 puntos en la PSU, pero pasaron 12 años en la escuela siendo entrenados para responder pruebas de opción múltiple.

Las cosas también se ven feas en la sala de profesores. Su salario promedio es 40 % de los de ingeniería, derecho,  o carreras médicas. 40 % de ellos abandonan la profesión completamente desgastados antes de los 5 años de ejercicio. La motivación es en general baja, la confrontación con las autoridades es alta, especialmente en el sector público, que ha sido objeto de ataques desde hace 30 años, por acción, omisión o franca negligencia.
El imprescindible cambio de rumbo

Educación 2020 publicó en abril un documento titulado “La reforma educativa que  Chile necesita”. Nuestras propuestas en el ámbito escolar respetan la libertad de elección y la coexistencia de un régimen mixto de provisión público-privada de servicios educativos, y se basan en ocho ejes estratégicos,  cada uno con un conjunto de propuestas a corto, mediano y largo plazo:

1. Un programa amplio para la reconstrucción y valoración de la profesión docente, en el nivel prescolar y escolar.

2. 350.000 nuevos cupos prescolares de alta calidad, entre las edades de 1 a 5, con especial preponderancia en barrios vulnerables.

3. El renacimiento de la educación pública, para transformarla en un competidor formidable de la educación privada en todos los barrios, independientemente de su composición socioeconómica. Esto exige por un tiempo un trato preferente para ellas, no por un prurito de “estatismo”, sino para compensar el daño institucional, financiero y de mala calidad de gestión a que han sido sometidas por 30 años.

4. El renacimiento y redefinición de los Liceos Técnicos, donde estudia cerca del 45% de los estudiantes, generalmente los más vulnerables, la mayoría en espantosas condiciones físicas y de desesperanza aprendida.

5. Utilización de incentivos y  fondos especiales para “perforar” la excesiva competencia de mercado y promover la colaboración entre todo tipos de sostenedores, escuelas, maestros y directores, así como la integración y la innovación escolar.

6. Moderación gradual pero firme de la burocracia ministerial de “comando y control” que tiene completamente aplastadas a las escuelas privadas y públicas, y de los excesos de las pruebas estandarizadas con sus consecuencias, aunque sin eliminarlas totalmente.

7. Innovación radical en los modelos de enseñanza, para terminar con las preponderantes “aulas frontales” en que los niños son pasivos receptores de conocimientos que no les interesan, para transformarlos en actores activos de su aprendizaje.

8. Por último, lo más difícil desde lo ideológico y cultural: integrar las escuelas tanto como sea posible, mediante la eliminación gradual de la segregación financiera (el cobro de financiamiento compartido), la eliminación gradual del lucro (por los incentivos perversos e incontrolables que genera), y prohibiciones draconianas respecto a la selección, “descremado” y expulsión temprana de los estudiantes menos prometedores.

Si yo pudiera escoger a título personal (no está incluido en nuestras propuestas formales pero sí en mi libro “Cambio de Rumbo”), impulsaría programas graduales pero obligatorios de integración socioeconómica en las escuelas particulares pagadas, comenzando por el primer ciclo básico. La Sudáfrica educativa me tiene chato.

Este conjunto de reformas requeriría un incremento de 1,5% del PIB en el gasto público, no de un año a otro, sino a lo largo de 6 años, llegando así a niveles similares a los estándares de la OCDE. Cerca de la mitad de estos recursos deben irse a la reconstrucción de la carrera docente, sus condiciones laborales, salariales y previsionales, acompañadas de crecientes exigencias para ingresar a enseñar a las aulas.

No existen  balas de plata. Ninguna de estas medidas por separado logrará resolver el complejo desafío. La discusión en la prensa se sobresimplifica centrándose en uno u otro de estos temas, lo cual los trivializa y convierte en carne de cañón de la batalla política y los slogans. Cada una de ellas ameritaría una columna completa para ser ampliada y desagregada en sus propuestas específicas, que suman 33.

Nos da gran alegría que la mayoría de estas propuestas hayan sido consideradas en el programa de gobierno de la Presidenta electa, aunque estamos plenamente conscientes que la batalla que se avecina en el Congreso y los medios de prensa será muy dura. Después de todo, la educación es y ha sido el sustento ideológico esencial de la elite en Chile por 200 años. Este no es un problema meramente “técnico”.

Mario Waissbluth
Voces de La Tercera, 8 de enero de 2014