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Destrucción de la Alta Dirección Pública

Mario Waissbluth

El Director del Servicio Civil le ha propinado un nuevo golpe al Sistema de Alta Dirección Pública, afirmando en dos sendas cartas a El Mercurio que esos cargos son de confianza “política”. Craso error. La ley fue diseñada – correctamente – para que los cargos ADP fueran de confianza. Punto. No de confianza “política”.

Un Ministro tiene que poder trabajar con sus Jefes de Servicio en la confianza de que se van a entender armoniosamente, y que el Jefe del Servicio va a respetar sus orientaciones de “política pública”. Al ponerle el apellido “política” a secas, se está enviando una señal nítida a los eventuales postulantes: “o Ud. es de los nuestros o mejor no intente”.

En español, lamentablemente, los términos “policy” y “politics” se confunden en la misma palabra. Los directivos de la ADP tienen que gozar de la confianza del “policy” del Ejecutivo, no de la confianza del “politics” partidista. No hay razón para que un Directivo tenga que gozar de confianza “politics”, salvo para usar el cargo en tráficos de influencia “politics”.

Durante los primeros 6 años del Sistema, la Concertación no fue ninguna blanca paloma. Hubo intentos de manipulación, y los cinco integrantes del plural Consejo – con dos integrantes de la Alianza que hoy tienen importantes cargos en el gobierno – hicimos todo lo posible para protegerlo. Siempre propusimos por unanimidad la mejor terna. Reitero: por unanimidad. Cabe destacar que menos de 10% de las ternas de primer nivel fueron declaradas desiertas, y en una mitad de esos casos, por razones bastante fundadas.

Por cierto, habiéndose creado el Sistema en el 2004, y con una baja oferta remuneracional, hubo una comprensible predominancia numérica de postulaciones provenientes del propio gobierno, pero en toda ocasión en que el Consejo estimó que había un buen candidato sin “tinturas”, lo incluyó en la terna, y en varias ocasiones éste fue designado.

En este nuevo período, hemos presenciado episodios de despidos masivos e indiscriminados, como en el caso de FOSIS y SERNATUR, y numerosos cargos de 1er Nivel, los mismos cuyas ternas fueron propuestas por unanimidad por el Consejo. Asimismo, hemos visto señales muy inadecuadas al designarse directivos transitorios “con olor a definitivo”, desacreditando así los correspondientes concursos. En diversas regiones se anuncia que los concursos son “un mero trámite”.

Ya en el extremo, ha habido llamadas abiertas y descaradas de algunos parlamentarios de la Alianza a hacer verdaderas razzias, una suerte de “limpieza étnica”. A todo ello viene a sumarse ahora la demoledora adición de la palabra “política”, al concepto de “confianza”, de parte de, nada menos, que el Presidente del Consejo de Alta Dirección.

Un reciente artículo de la Universidad de Harvard, de Merilee Grindle, analizó los Servicios Civiles de América Latina (incluyendo Chile), llegando a la deprimente conclusión de que “los añejos sistemas de tráfico de influencia política están demostrando ser muy resistentes a las iniciativas de reforma del estado, en forma similar a lo que ocurrió en Estados Unidos hace un siglo”.

Se está desmoronando un Sistema cuyo difícil parto tomó seis años. Paradojalmente, fue propuesto por la Alianza, a regañadientes de la Concertación. El actual gobierno se comprometió en Mayo a enviar un proyecto de Ley para “blindar” este frágil sistema, pero esto no ha ocurrido y día a día las señales van en sentido contrario. Aún es tiempo de sacar al Sistema de la UTI, pero queda poco. Muy poco.

Mario Waissbluth
Ex Consejero de la Alta Dirección Pública.
Octubre 11, 2010.