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De dulce y de agraz

Mario Waissbluth

(La respuesta del gobierno al petitorio estudiantil)
Mario Waissbluth, Educación 2020

La Segunda, 3 de Agosto de 2011
(Una versión ligeramente extendida)

El Ministro Bulnes logró rápidamente articular una respuesta a los estudiantes durante una gran convulsión, a una semana de su designación. Los estudiantes corrieron el cerco de la discusión educativa en Chile, y cabe preguntarse si esta respuesta permitió correrlo suficientemente.

Me concentraré en educación parvularia y general, donde se juegan los 90 minutos del partido. La educación superior es meramente el alargue, considerando que hoy, un 45% de los egresados de Media no entiende lo que lee. Llegar al alargue perdiendo 3-1 no es imposible de remontar, pero es muy difícil. Cuando el estudiante ya egresó de Básica sin comprender, es decir perdiendo 3-1 al final del primer tiempo, es todavía difícil. Es una gran fuente de deserción en Media, y por cierto, de delincuencia.

Partamos por lo dulce. Es muy loable y necesario exigir cuentas públicas transparentes en todo establecimiento educacional que reciba recursos del Estado. Ayudará a develar los mantos de desconfianza que a veces existen sobre muchos establecimientos, y son entidades tan o más depositarias de la fe pública que una Sociedad Anónima financiada por todos los chilenos.

También se plantea un abordaje integral de la catastrófica situación en que se encuentran 400 mil jóvenes en los Liceos Técnicos. Se plantean cifras y promesas transparentes en cuanto a la reconstrucción. Se comienza a abordar la desmunicipalización de manera descentralizada, con una bienvenida omisión: el Panel de Expertos había recomendado que los sostenedores públicos pudieran subcontratar sus labores con entes privados, lo cual hubiera equivalido de facto al incendio de la pradera. Pronto expondremos al país nuestra propuesta al respecto, que coincide en parte pero también difiere y amplía la propuesta del Panel.

Pero el agraz lamentablemente supera al dulce, y eso explica en parte la violencia de la reacción estudiantil, la cual también contiene elementos de enojo ciudadano general. El documento gubernamental no acepta siquiera comenzar a discutir las bases fundacionales de un sistema completamente cuestionado, como por ejemplo el financiamiento compartido, el lucro en la educación general, y los niveles de regulación del sistema particular subvencionado. No es casualidad que tengamos el segundo sistema escolar socialmente más segregado del planeta, que es consecuencia directa de las reglas del juego del sistema.

Se desestiman incluso las recomendaciones del Panel de Expertos en cuanto a la necesidad de imponer mayores exigencias para la instalación de nuevas escuelas, en un escenario sobresaturado de construcciones escolares de escalas intolerablemente pequeñas, financiadas por el propio Estado. En términos automovilísticos, el país tiene hoy un modelo educativo con el chasis de una Citroneta neoliberal diseñada en los 80, y ofreció hacerle una repintada, cambio de ruedas y ajuste de motor. Los estudiantes, comprensible y deseablemente, están pidiendo algo que se asemeje más a un Volvo social-democrático del 2000 en adelante.

Sin embargo hay otro problema casi tan serio: el Fondo de los US$ 4 mil millones, a gastar “entre 4 y 6 años”, es decir, más de la mitad durante el próximo gobierno. Suena grandioso y a la gente se le enredan tantos ceros, pero es una migaja. Por ejemplo: se requieren cerca de 2300 nuevos jardines infantiles de buena calidad: US$ 600 millones de inversión y un gasto corriente de US$ 450 millones anuales.

El Fondo completo, US$ 4 mil millones, supongamos que repartidos en 5 años, supongamos que focalizados sólo en la mitad de los 4.5 millones de preescolares, escolares y universitarios de Chile, alcanzaría para 14 mil pesos mensuales per cápita.

¿Alcanza este dinero para una revolución educativa? ¿Es compatible con la promesa presidencial de duplicar la subvención escolar del 2010 al 2018, si es que se gastara completamente en educación general?

Si bien el planteamiento contiene avances y deficiencias, esperamos fervientemente que pueda seguirse discutiendo en un tono pacífico y abierto por todos los involucrados, y sin ultimátum. El tono, violencia e intransigencia de los choques en las calles no augura nada bueno ni para Chile ni para la educación.