← volver

Administrador Universitario Universal

Mario Waissbluth

Hasta el momento, ya van dos grupos de Senadores que han presentado mociones legislativas que regulan el nombramiento de un administrador provisional en las instituciones de educación superior, en forma previa a su cierre. En ambos casos se busca impedir que, ante falencias graves de carácter académico, financiero, o incluso figuras delictivas, los dañados sean los estudiantes y los trabajadores del sistema educacional, creando para ello la figura del administrador delegado.

Son seis parlamentarios: Pedro Muñoz Aburto, Francisco Chahuán y Camilo Escalona, y por otro lado Andrés Zaldívar, Ricardo Lagos Weber e Ignacio Walker, los que han planteado propuestas de absoluto sentido común. Consenso transversal entre integrantes de Renovación Nacional, Partido Socialista, Democracia Cristiana y PPD.

Lo que están planteando estos parlamentarios no es comunista ni soviético. Es lo que en la economía capitalista se llama un síndico de quiebras, cuya primera tarea es tratar de mantener la continuidad de giro de las empresas, y así rescatar a los damnificados. Se envían a tribunales los casos fraudulentos, para evitar que el dinero termine ilegalmente en manos de los dueños, dejando a los demás en la estacada.

Las causales para designar un administrador provisional, propuestas en la moción de los Senadores Chahuán, Escalona y Muñoz Aburto, son casi textualmente:

a) Cuando el representante legal o el administrador de la entidad o sus propietarios se ausenten injustificadamente, poniendo en riesgo la continuidad del año académico.

b) Cuando, se haga imposible la mantención del servicio educativo a consecuencia de sanciones, medidas precautorias, embargos, ejecuciones o retiros que afecten a la institución.

c) Cuando exista atraso reiterado en el pago de las remuneraciones o de las cotizaciones previsionales o de salud del personal.

d) Cuando, por causa imputable al representante legal, o sus propietarios, se suspendan reiteradamente los servicios básicos para el buen funcionamiento del plantel.

e) Cuando la institución pierda la acreditación institucional o ésta se otorgue por un período igual o inferior a tres años y exista riesgo de interrumpirse las actividades académicas.

Esta moción es tan obvia, que este mismo gobierno, en la ley 20.529, ya dispuso el nombramiento de un administrador provisional, designado por la Superintendencia de Educación, para el caso de establecimientos escolares que presenten irregularidades graves que pongan en riesgo su continuidad.

Veamos el caso de la Universidad del Mar. Supimos fehacientemente hace 8 meses, por boca de su propio Rector, que los dueños habían dejado las arcas vacías, hasta el punto de hacerla inviable. Proveedores, profesores y trabajadores impagos, y lo más grave, 18.000 estudiantes que recién ahora enfrentan el cierre de la Universidad, con daño económico, tiempo perdido, relocalización, e indudables costos para el estado. Sumemos miles de egresados previos que quedarán con la “pintura rayada” en el valor de su título.

No sólo hubo violación a la ley que prohíbe el lucro en universidades, sino que se extrajo dinero hasta el punto de dejar las arcas vacías. En lenguaje empresarial, esto probablemente configuraría un caso de quiebra fraudulenta. Títulos falsos, coimas. Otro gallo hubiera cantado si existiera esta figura que hoy se propone. El Administrador Provisional habría sido designado hace 8 meses, y se hubiera intentado la continuidad de giro y el saneamiento financiero. Eventualmente, al tener esta universidad un valor económico nulo o negativo, se le hubiera podido entregar o licitar la administración a alguna fundación o a universidades públicas bien acreditadas.

Si este fuera sólo un caso aislado, vaya y pase. Pero sabemos que la Fiscalía está indagando a 7 universidades más, y hay otras coimas bajo investigación. Es altamente posible que se constaten no sólo violaciones a la ley del lucro, sino posiblemente delito tributario y falsas acreditaciones, razón suficiente para generar nuevos casos que podrían damnificar algunas decenas de miles de estudiantes y profesores adicionales.

Este “libertinaje de mercado” es algo que ha venido ocurriendo por décadas a vista y paciencia de todos los chilenos, de todos los colores del espectro, y me incluyo. Aquí nadie puede clamar baños de pureza, con excepción de la periodista María Olivia Monckeberg que denunció esto en un libro hace varios años sin que nadie la tomara en cuenta… hasta que los estudiantes hicieron reventar esta olla.

El Ministro Lavín declaró en Tolerancia Cero que había retirado utilidades de la Universidad del Desarrollo, y nada pasó. Nadie le preguntó en ese momento, que yo sepa, exactamente cuánto había retirado, si acaso otros “socios” habían retirado a la par, y no se indagó si esto podía o no configurarse como lucro ilegal. La Concertación en su momento dejó pasar situaciones peores en la más absoluta impunidad, con transacciones de compraventa de universidades insólitamente publicadas en la prensa. El Servicio de Impuestos Internos, que se supone debe vigilar también a las organizaciones sin fines de lucro, miró para el lado, que yo sepa, hasta hoy. Es casi seguro que durante 2013 tendremos nuevos titulares de prensa, y estudiantes tomándose las sedes de otras fraudulentas instituciones en vías de cierre.

El gobierno, en buena hora, ha decidido por primera vez ponerse firme y eso hay que aplaudirlo. Aplicó todo el peso de la ley a la Universidad del Mar, y en un rapto de inusitada energía, ha anunciado que las universidades podrán perder la acreditación, lo cual está muy bien, pero… hay un pero. Al actuar así sumirá a varias entidades de educación superior en el colapso financiero. A los estudiantes de esas entidades, o de las que sean sorprendidas en actos delictuales, supongo que se les dirá nuevamente que serán relocalizados, con la pintura académica rayada. ¿Cuántas decenas de miles de estudiantes adicionales quedarán damnificados?

Esta moción parlamentaria es de completo sentido común. Hasta ahora, la respuesta del gobierno ha sido un retumbante silencio. ¿Por qué?

Mario Waissbluth
Blog La Tercera, 12 de enero de 2013