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Reconstruir la educación pública

Mario Waissbluth

Esta columna viene larguita. Téngame paciencia porque en este tema las consignas y cuñas no funcionan y, peor aún, hacen daño.

Educación 2020 cree en la libertad de elección de los apoderados y en la coexistencia armónica de las escuelas públicas con las particulares subvencionadas (por cierto que con regulaciones muy diferentes a las actuales). Esta libertad debe estar presente en todas las comunas y barrios de Chile, en proporciones similares y calidades equivalentes.

Dicho lo anterior, no creemos en un sistema grotescamente segregado tanto por la condición socioeconómica, como académica de los alumnos. La evidencia internacional señala con claridad que esta condición anula cualquier posibilidad de que logremos calidad integral, ni tampoco equidad de oportunidades, ni la cohesión social que toda nación requiere y que estamos perdiendo aceleradamente.

El ejemplo más reciente en cuanto a un cambio de postura respecto de la segregación, nos lo da China. Un informe de la Ocde describe el impactante y acelerado éxito de Shanghai y Hong Kong en los resultados internacionales, y explica sus causantes centrales:

  1. Término de un sistema construido en base a escuelas para una pequeña elite y su desarrollo hacia un sistema más inclusivo, donde se espera un alto rendimiento en todos los niveles. En otras palabras, todo lo contrario a nuestras creativas políticas respecto a los liceos bicentenario, los emblemáticos, el financiamiento compartido, la expulsión temprana y todas nuestras prácticas de descreme social y académico.
  2. Reducción del énfasis en el aprendizaje de memoria, pasando a otro basado en la comprensión profunda, con foco en la aplicación del conocimiento, solucionar nuevos problemas y la habilidad de pensar creativamente. En otras palabras, menos énfasis en el currículum sobrecargado y sus compinches estandarizados, los Simce y la PSU.

En suma, somos la “anti-China”… y la “anti-Finlandia”, “anti-Singapur”, “anti-Nueva Zelanda”, vamos navegando exactamente en el rumbo incorrecto. La soberbia ideológica es mala consejera.

Para resolver este entuerto, la reconstrucción de la educación pública es una clave. No es la única, pero esfundamental. No en vano, el 82% de la matrícula en los capitalistas países de la Ocde es pública. Nosotros, en cambio, desde los 80, por acción deliberada, intereses espurios, diseño y/o por negligente omisión de sucesivos gobiernos y alcaldes de todos los colores, nos las hemos arreglado para que esta caiga a 36% y continúe disminuyendo.

Esto priva a muchos apoderados de lo que E2020 entiende como laverdadera libertad de elección; es decir, la posibilidad de enviar a sus hijos no sólo a escuelas religiosas, o Montessori, o de un determinado estrato social, o incluso étnico, sino a escuelas públicas laicas, republicanas, integradoras, sin sesgos ideológicos específicos, de excelente calidad, en todas las localidades.

 

¿Importa el color del gato?

Los “privatistas-leninistas” suelen usar un dicho: “con tal que cace ratones, no importa el color del gato”, que traducido vendría siendo: “no importa si la escuela es pública o privada, con fines de lucro o sin fines de lucro, con copago o sin copago, que seleccione o que no seleccione, con tal que saque un buen Simce y una buena PSU”. En el extremo, algunos opinan que la educación pública podría desaparecer tranquilamente, ya que la oferta del mercado privado proveerá con calidad y equidad toda la diversidad de opciones que los apoderados necesitan.

Perdón, pero el color del gato sí importa. No para estatizar toda la educación, sino para ofrecer una opción deseada por muchos, evitando así potenciales monopolizaciones ideológicas, religiosas o comerciales en comunas completas, que atentan gravemente contra la cohesión republicana. No queremos barrios que sean únicamente Opus, o Legionario, o Hare Krishna, o de todo tipo de ideologías extremas que abundan en Chile. Esto ya podría ocurrir perfectamente en varias zonas del país.

Por ello es que necesitamos transformar la educación pública en un formidable competidor de la educación privada. El día en que los apoderados en cada barrio puedan optar libremente, y con entusiasmo, por escoger jardines y escuelas públicas integradas, de excelente calidad, gratuitas y sin selección, como ocurre en la vasta mayoría de los países avanzados, ese será el día en que comenzaremos a integrar la sociedad chilena y fortalecerla en sus valores de diversidad y respeto mutuo.

La gran heterogeneidad de la educación pública

Es necesario aclarar que la educación pública es hoy extraordinariamente heterogénea. No se la puede poner a toda en un mismo saco. Las pequeñas comunas de Alto BioBío y Tortel, así como Colina, obtuvieron en 2011, de acuerdo a sus niveles de vulnerabilidad social, resultados vastamente superiores a las de Lo Barnechea y Alto Hospicio, logrando a la vez mantener, y en algunos casos aumentar su matrícula. Un tercio de las comunas de todo tamaño, explica dos tercios de la caída de matrícula.

A su vez hay escuelas en muchas comunas, con 90% de alumnos vulnerables, que obtienen un buen Simce de 290, mejor al de las particulares subvencionadas cercanas, con buen clima escolar, alegría, impecablemente limpias, en que se practica deporte, con apoderados participativos y lista de espera para ingresar; y hay otras que, con los mismos recursos y el mismo Estatuto Docente, obtienen 200 puntos, lo cual equivale a analfabetismo puro, con la matrícula cayendo en picada. Estas últimas suelen ser un basurero físico y emocional de desesperanza aprendida, con profesores que tiraron la esponja. La frase maléfica con que nos topamos en nuestro trabajo de terreno es, “con estos niños y apoderados no se puede hacer nada”.

Primer dia de Clases Escolares

Curioso, ¿verdad? Escuelas y comunas similares en tamaño y vulnerabilidad social, con muy diferentes resultados, sin que la disponibilidad de recursos haga una gran diferencia. Sus promedios de evaluación docente de profesores no son muy diferentes. ¿De qué depende entonces?

Parece ser que lo único que hace la diferencia es el grado de profesionalización y compromiso con el aprendizaje de los niños que tiene el correspondiente alcalde, el director de la Corporación o Dirección de Educación, los funcionarios de estas unidades y los directivos escolares que ellos mismos seleccionaron. Donde hay clientelismo como preocupación fundamental, y los concursos se tuercen (o no se hacen) para contratar al correligionario del alcalde de turno, la cosa no funciona. Hemos visto comunas completas que ante un cambio de administración edilicia, aun dentro de la misma coalición política, proceden a hacer una “purga” total de personal técnico, pedagógico y administrativo, derrumbando esfuerzos de cuatro u ocho años anteriores.

El necesario cambio de rumbo

Veremos ahora qué se debe hacer para recomponer esta situación, aclarando de antemano que no hay una bala de plata única ni un eslogan que lo resuelva.

La medida más importante y urgente es crear la figura de “dueño de la educación pública”, primero informalmente, y luego formalmente, por ley. Una Agencia Nacional de la Educación Pública, cuya misión única sea la promoción, desarrollo y fortalecimiento de esta modalidad en el país. Hoy, esta figura no existe. En otras palabras, si  en algún municipio la educación está convertida en un desastre, con los resultados y la matrícula cayendo en picada, las finanzas en caos, la burocracia rampante, y los funcionarios y directivos seleccionados por ser los amigachos del alcalde… no hay ni ha habido nadie en el Mineduc que se le arrugue una ceja. Total, que se vayan los alumnos a la educación particular, en muchos casos a escuelas que pertenecen al propio alcalde o a funcionarios de la corporación, en un conflicto de interés grotesco. ¿Cerrar o fusionar escuelas? No importa. Esa fue hasta ahora, en los hechos, la política de la dictadura, la Concertación y la Alianza.

Esto no ocurre en las empresas del sector público. Si mañana BancoEstado, Metro o CorreosChile entran en caos, el ministerio correspondiente, y/o el Sistema de Empresas Públicas, vuela al directorio, éste saca al gerente, y se produce un cambio. En la educación pública no existe nadie que ejerza el  rol de “dueño”.

Lo anterior no significa de manera alguna que esta Agencia “administre” la educación pública. Impensable que la educación de Aysén se administre desde Teatinos, o por Seremis seleccionados políticamente. Esta es y debe seguir siendo una responsabilidad local, con elevados grados de autonomía, pero este ente nacional debe tener la facultad de intervención, de prevención de conflictos de interés, así como de promoción del sistema, asegurando que los concursos se realicen de buena forma, que los Consejos Directivos locales se integren adecuadamente, e incluso con la capacidad de invertir en la expansión de la red pública.

La segunda medida es la intervención urgente de los 70 municipios (o Corporaciones Municipales), que son claramente identificables como las responsables mayores del deterioro. Es en ellos que deben focalizarse los recursos (misteriosamente no gastados en la ejecución del presupuesto 2013) destinados al fortalecimiento de la educación pública, pero con convenios de desempeño claramente diseñados, en los cuales los gastos se asignen contra compromisos claros de profesionalización y ordenamiento de la gestión, así como saneamiento financiero.

Algún alcalde podrá reclamar que esto constituye intervención en la autonomía municipal, cuestión jurídicamente efectiva. Entendido. Pero entonces, señor alcalde, usted no ve un solo peso de estos recursos, ni del Fondo de Gestión Municipal ni de cualquier otra fuente estatal fuera de la subvención. En esto hay que ser implacables. Basta de negligencias edilicias. Hay niños de por medio y una educación pública que rescatar.

La siguiente medida, que posiblemente tomará un par de años de negociación parlamentaria, es la desmunicipalización. La educación, a la larga, no puede seguir en manos de entes cuyos incentivos y tiempos políticos no están alineados necesariamente con la educación. No puede ser que un alcalde haga un excelente trabajo educativo (y sí los hay), y que en la próxima elección llegue un nuevo alcalde clientelar, despida a todo el personal de la Corporación (lo he visto con mis propios ojos) y eche por la borda cuatro años de trabajo positivo. Pero hay tres prevenciones.

A) Este proceso puede y debe hacerse gradualmente, con muchos grados de flexibilidad y experimentación, comenzando por aquellos municipios donde la situación está peor, y no por aquellos donde las cosas están funcionando bien. No hagamos un nuevo Transantiago educativo por el apuro de pasar una ley que cambie todo de un plumazo, para así quedar bien y festejar en el Congreso.

B) La Agencia Nacional, en conjunto con los Intendentes, deben serrazonables en cuanto al número y tamaño de las corporaciones locales que se crearán. Afirmar que los municipios pequeños no funcionan y que, por ende, hay que fusionarlos, es simplemente un mito. Los datos así lo demuestran aquí y en otros países. Es más, la evidencia internacional señala que las corporaciones o distritos escolares locales más pequeños tienden a hacerlo mejor que los grandes[i], dando igual si son rurales o no. Esto debe complementarse con incentivos a la asociatividad municipal voluntaria. Si dos o más alcaldes de comunas pequeñas quieren compartir un buen jefe de unidad pedagógica, o un experto en informática, que lo hagan, y con incentivos para hacerlo.

C)  Cualquiera sea la institucionalidad y composición del Consejo Directivo de estas corporaciones locales, la profesionalización, estabilidad, remuneraciones y concursabilidad transparente  de su secretario ejecutivo, y de sus encargados pedagógico y administrativo, son por lejos las principales variables que determinarán el éxito de estas transformaciones institucionales. Si esto no se asegura por ley, todo el resto es música.Para muestra un botón: 2/3 de la matrícula pública hoy día es administrada en Corporaciones, y no el municipio, y en ausencia de estas reglas fundamentales, pasa lo que ya sabemos. Los directivos de educación de corporaciones municipales no son concursables, por si usted no lo sabía.

Hay más. La solución no es simple. Es necesario transformar la fórmula de cálculo de la subvención, tanto para el sector particular como el público. No cuesta lo mismo educar a 7.000 alumnos agrupados en cinco colegios en un radio de 10 km., que educar a 7.000 alumnos agrupados en 30 colegios, en el doble de aulas, en un radio de 100 km. La subvención debe tener una componente por alumno, otra por aula, otra por escuela, y otra por la complejidad geográfica, todo ello calculado dentro de parámetros y cotas razonables.

Por último, hay vastos territorios y barrios de expansión urbana donde la educación pública es virtualmente inexistente, no porque las escuelas públicas hayan desaparecido, sino porque nunca se crearon. Total, ¿para qué?… mejor era darle la plata vía Jornada Escolar Completa al sector particular subvencionado. En aquellas corporaciones y distritos escolares locales cuya calidad de gestión esté garantizada, la Agencia Nacional debe proveer recursos para adquirir escuelas particulares subvencionadas, de manera que la red territorial de jardines y escuelas públicas quede adecuadamente cubierta. Mire que exótico. Desprivatizar pagando. Piénselo bien.

Finalmente, una prevención. Este programa de reconstrucción de la educación pública tomará varios años. Sentarse a esperar estos cambios, en aquellos municipios y escuelas que hoy funcionan inadecuadamente, habiendo otros ejemplos que, en los mismos niveles de vulnerabilidad y tamaño, funcionan adecuadamente, constituye negligencia inexcusable. A mirarse al espejo, señores.


[i] British Columbia Teacher´s Federation, “2010-11 Education Facts”, 2012

Mario Waissbluth
Voces de La Tercera, 29 de octubre de 2013