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El Brexit y el valor del multilateralismo

Francisca Aguayo

Hace algunos días el periódico francés Courrier International describió el Brexit como el “fin de un matrimonio sin amor”, afirmación que resulta particularmente asertiva.

Si bien los comentarios se han focalizado en el largo proceso interno que ha vivido el Reino Unido, es fundamental introducir una mirada desde la Unión Europea –la otra parte del “matrimonio”– considerando el rol crucial que juega el multilateralismo en una época de incertidumbres políticas crecientes en diferentes países y regiones.

Cabe recordar que, sólo doce años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, los intereses económicos sobre los cuales se fundó la Comunidad Económica Europea (CEE, primera etapa del proyecto de integración europeo) lograron establecer relaciones pacíficas en Europa, en particular entre Francia y Alemania, miembros fundadores de la organización. Si bien la CEE se concentró en la integración económica, el proyecto multilateral persiguió desde un inicio un fin político: garantizar la paz en la región.

La evolución progresiva hacia la Unión Europea ilustra la transición del organismo internacional hacia una integración política y social más allá de lo económico, proceso durante el cual las especificidades del Reino Unido no cesaron de aumentar a tal punto que se ha hablado de una “Unión Europea hecha a medida” (“à la carte”). La conservación de la libra esterlina y la ausencia de adhesión al Espacio Schengen constituyen los ejemplos más significativos.

La manera en que se ha mediatizado el Brexit parece haber tomado nuevamente el mismo enfoque, olvidando la esencia multilateral y el valor político del proyecto europeo, y concentrándolo en aspectos técnicos.

El Brexit se ha abordado como un asunto de política exterior del Reino Unido, de carácter unilateral y de impacto esencialmente económico, ámbito que, sin duda, deberá ser objeto de negociaciones y análisis complejos. Resulta fundamental, no obstante, reincorporar la perspectiva multilateral desde la Unión Europea, no sólo en lo económico sino especialmente en lo político, lo que implica reafirmar la función del multilateralismo ante la delicada coyuntura que atraviesan actualmente los organismos internacionales, ilustrada por el Brexit.

Si bien en la crisis actual del multilateralismo se conjugan diferentes factores, no hay que olvidar la tarea que recae en los gobiernos tanto de reafirmar su valor como de comunicar a la ciudadanía su impacto concreto a nivel nacional. Esto conlleva, simultáneamente, a asumir la responsabilidad ante los ciudadanos de la participación política en los foros internacionales y la acción que toman como consecuencia estos organismos.

El caso de la Unión Europea es emblemático en este sentido. La comunicación y la mediatización de la información sobre la organización han jugado un rol fundamental en la opinión pública de manera general y en el Brexit en particular.

En Europa, la clase política de manera transversal ha construido progresivamente una brecha entre la realidad jurídica de la organización, cuya dirección ha sido siempre determinada por los países miembros, y la comunicación política a este respecto, que alude a nivel nacional a una especie de entidad exterior.

Se habla a menudo de las decisiones de “Bruselas”, introduciendo una distancia geográfica entre la organización y los ciudadanos, que acentúa aquella percibida respecto de su representatividad y legitimidad. De hecho, históricamente, las elecciones del Parlamento Europeo han concentrado el mayor porcentaje de abstención en países fundadores como Francia (en 2009, la abstención bordeó el 60%) y la mayor representación política de partidos que promueven un retroceso de la organización, como el Rassemblement National (antiguo Frente Nacional dirigido por Marine Le Pen).

La importancia que conlleva la mediatización de la información obliga a difundir una visión más detallada sobre el multilateralismo, destacando la oportunidad única de diálogo pacífico que ofrece ante las circunstancias políticas más difíciles, como lo ha demostrado la Unión Europea en sus más de sesenta años de existencia.

En el caso de nuestro país, esto ha sido demostrado recientemente por la solución pacífica de las controversias contra Bolivia y Perú ante la Corte Internacional de Justicia. Más aún, para la mayoría de los países, incluyendo Chile, los organismos multilaterales ofrecen una posibilidad de reequilibrio político ante las negociaciones bilaterales plasmadas de asimetrías con los países más poderosos del mundo.

Más allá de lo económico, la reflexión sobre las consecuencias del Brexit no puede pasar por alto la necesidad de reafirmar el valor del multilateralismo y la responsabilidad política transversal a este respecto. Al igual que en todos los ámbitos de las políticas públicas, resulta necesario comunicar efectivamente sobre el interés real para los ciudadanos de la acción a nivel internacional, lo que en el caso de la política exterior se traduce en una gran labor pendiente: acercar la acción de los organismos internacionales a las realidades nacionales.

Columna publicada en El Dínamo.