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Un elefante pasando por la Alameda

Mario Waissbluth

(Léase con ritmo de cueca)
Un elefante pasa por la Alameda.
Y naiden lo quiere ver.
Los chilenos no pueden entender.
Lo que leen en los diarios.
Ni gráficos sencillos.
Ni realizar aritméticas.
Tan sencillas como pa preparar.
Una mamadera. 
Esto le pasa incluso.
A muchísimos egresados.
De la educación superior.
Y querimos ser país desarrollao.
Los tigres de América Latina.
Uifayayay.
Ayayay.
Ay!

Chile, en el año 1998, participó en el Segundo Estudio Internacional de Alfabetización de Adultos (SIALS), para personas entre 15 y 65 años. Quedamos últimos.

En 2013, quince años y 4 gobiernos más tarde, el Centro de Microdatos de la U. de Chile, con auspicio de la Cámara Chilena de la Construcción, repitió el estudio con idéntica metodología, e incluso las mismas preguntas. Estamos prácticamente igual. Las variaciones entre una prueba y la otra no fueron estadísticamente significativas.

Pasó desapercibido, una vez más.
Un par de notas de prensa y sería todo.
Hay verdades que mejor barrerlas debajo de la alfombra.
Como si un elefante estuviera pasando por la Alameda, berreando y trompeteando, y el cerebro se negara a verlo.
Verdad inconveniente para políticos, educadores, universidades, dirigentes estudiantiles, empresarios.
Seguimos presumiendo por el mundo nuestras bondades, empanadas y vino tinto.

Chile always surprising. The chilean way.

Seguramente algunos lectores deben estar mascullando: No puede ser! Son exageraciones! Las preguntas deben ser muy difíciles de contestar! Si los chilenos somos lo top! Veamos.

La escala de las preguntas y respuestas del test va de 1 a 5. El 1, obviamente, es no entender nada de nada. El 5 es la comprensión completa de textos o gráficos que contienen distractores algo más complejos. En suma, 1 es “muy mal”, 2 es “mal”, 3 es “reguleque”, 4 es “bien” y 5 “muy bien”.

Las habilidades y competencias básicas que se miden son:

Prosa: Comprender y utilizar información contenida en textos tales como editoriales, artículos noticiosos y textos literarios.
Documentos: Ubicar y encontrar información contenida en documentos tales como cuadros, gráficos, mapas, índices.
Cuantitativo: Aplicar operaciones aritméticas incorporadas en materiales impresos tales como los cálculos requeridos para llenar formularios de depósitos, estimar tiempos a partir de horarios, etc.

Una pregunta real de nivel 1 en prosa consiste en mostrarle a la persona una etiqueta auténtica de aspirina, donde dice claramente que el medicamento no debe tomarse por más de 7 días. Señor: ¿cuántos días debe tomarse una aspirina como máximo?

41% de las personas con educación media completa no la puede responder, y 35% de los respondentes con educación superior tampoco. Relea este párrafo por favor. ¿Releyó? Gracias y siga por favor. Ya está sicológicamente preparado para lo que viene.

Los niveles 4 y 5, tanto en prosa, como documentos y cuantitativo, son algo que se supone que cualquier persona con educación superior debiera contestar.

Por ejemplo, caso real del test, una tabla con todos los productos de Mac Donalds, con sus correpondientes contenidos de grasa, azucar y proteina, así como el valor calórico de cada uno de estos ingredientes, de modo que uno pueda, por ejemplo, calcular las calorías totales de un Big Mac o una ración de papas fritas. Fácil, ¿verdad? Cualquier profesor, psicólogo, kinesióloga, técnico eléctrico o ingeniero debiera arreglárselas ¿verdad?

No. El porcentaje de personas que han pasado por la educación superior, que cuentan con estas habilidades y competencias, nivel 4 y 5, es…. 8%. Ocho por cientooooooo. (En este momento mis interlocutores suelen decirme “nooooo, imposibleeee, no puede seeer”)

La gran mayoría de las instituciones de educación superior, cobrando entre 1 y 5 millones anuales, no se da siquiera la molestia de nivelar a sus estudiantes en estas competencias básicas. Esta bueno el negocio de venta de cartones espurios, ¿verdad? Tampoco parece importarle demasiado a las agencias acreditadoras.

La conclusión del estudio dice, textualmente: “Un 44% de la población en Chile se encuentra en una situación de analfabetismo funcional en textos, 42% en documentos y 51% en el área cuantitativa. Estas proporciones son similares a las exhibidas en 1998, salvo en documentos donde se aprecia una transferencia desde el nivel 1 al 2 de aproximadamente 7% de la población”.

Si todavía no cree, y quiere los detalles, googlee el documento con la evidencia de este criminal atentado al futuro del país. Se llama: “Segundo Estudio de Competencias Básicas de la Población Adulta 2013 y Comparación Chile 1998 -2013”.

Los economistas nos hablan de las bondades del modelo económico A, B o C para mejorar el crecimiento y la equidad. Que si más impuestos, que si menos, que si la legislación laboral así o asá. Que hay que fomentar la innovación. Luego, se quejan de que la productividad de Chile lleva más de una década estancada. No hacen la menor mención a este “pequeño” detalle.

La gran mayoría de los pequeños empresarios probablemente no está en este 8%. La mayoría de los profesores, dado sus niveles promedio de PSU al ingreso, probablemente tampoco.

Según un estudio reciente, cerca de la mitad de los pacientes no comprende las instrucciones de los médicos. Todo calza. Al final, la información que entra por los ojos y por los oídos termina y se procesa en el mismo lugar.

La inferencia obvia: cerca de la mitad de los trabajadores de las empresas no comprende adecuadamente las instrucciones escritas o verbales que reciben, salvo en reiteraciones sucesivas y simples. ¿Y así vamos a competir en el mundo?

Llegó la hora de ver y escuchar al elefante que está berreando en la Alameda, así como limpiar el desparramo que está dejando en el camino. La primera receta para sanarse de una enfermedad es tomar conciencia plena de su existencia. Coméntelo con sus parientes, colegas y amigos, no siga escondiendo la cabeza bajo la tierra como los avestruces.

Mario Waissbluth
Voces La Tercera, 24 de febrero de 2015